La gente ebria siempre dice la verdad

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Había pasado una semana desde la boda y las cosas entre Gerard y Frank seguían estancadas en el mismo lugar. El penthouse era bastante grande, por lo que no había necesidad de que ambos se vieran obligados a convivir o interactuar uno con el otro más de lo necesario. Cuando lo hacían, lo único que salían de sus bocas era uno que otro insulto, lo usual, y nada más. Algunas veces era un ocasional saludo, pues ya se había hecho rutina. Pero era casi como si viviesen en partes diferentes de la casa, aunque de todos modos Frank pasaba la mayor parte del día encerrado en su habitación, algo de lo que Gerard no podía quejarse.

Había creído que compartir su residencia con él sería totalmente hórrido, pero en realidad era casi como si el moreno no existiera. Algunas veces oía salir algo de música del cuarto, unos cuantos acordes de guitarra y unos que otros de bajo. Suponía que estaba trabajando en nueva música o algo por el estilo.

En cuanto a Gerard, él simplemente pasaba su tiempo bebiendo y drogándose. Patrick le había prohibido salir de fiesta por tiempo indeterminado y no soportaba estar encerrado en su casa, sentía que estaba volviendo loco. Salir a "caminar" como hacía la gente normal, no era una opción para Gerard. Él era famoso y los paparazzis no lo dejarían en paz ni en sus más recónditos sueños. Así que bebía para tratar de calmar su creciente ansiedad y se drogaba con cocaína de reserva que tenía guardada.

Aquel día, Gerard había pensado que sería como cualquier otro, aburrido, hasta que por la tarde recibió un mensaje de su amigo Bert invitándolo a una fiesta privada que tendría lugar esa misma noche. Bert había sido su amigo de confianza durante más de diez años, y quizás más de una vez habían terminado follando. Bert conocía perfectamente su gusto por salir a divertirse, una cualidad que gustosamente compartían.

Y como era de esperarse, Gerard no pudo decir que no. Llegó a la conclusión de que una pequeña salida nocturna no haría daño a nadie, y realmente lo necesitaba. Además, Patrick no tenía porque enterarse y mientras no lo hiciera todo estaría bien. Así que con nuevo ánimo renovado, comenzó a prepararse para la feliz salida de esa noche.

~*~

Frank salió de su habitación por segunda vez en el día. El hambre finalmente le había ganado y obligado a dejar su trabajo para buscar algo de comer. Podía pasar horas trabajando en su música sin siquiera inmutarse o cansarse. Además, su habitación era su santuario. Estaba acostumbrado a vivir en espacios pequeños. Él siempre fue una persona modesta y creía que sólo por tener dinero no había porque dejar los viejos hábitos. Antes de todo el asunto del compromiso arreglado, Frank aún vivía en el mismo apartamento que había alquilado cuando apenas había llegado a la ciudad. El mismo apartamento en el cual un joven aspirante a cantante que había dejado su hogar para seguir sus sueños había compuesto decenas y decenas de canciones.

Frank había trabajado como mesero en un restaurante con el fin de pagar por el lugar dónde se hospedaba. El dinero nunca había sobrado en su familia y ciertamente tampoco le sobraba a él en ese momento. En el restaurante a menudo cantaba para los clientes, y siempre había un par de personas que le pedían cantar por propinas, aquello siempre era divertido para Frank y lo hacía con gusto. Fue en una de esas ocasiones cuando un productor de una discográfica menor lo vio cantar y quedó encantado con él. Después de ahí, firmó un contrato con la discográfica y está promocionó su música durante algunos años hasta que Frank firmó con la discográfica de Patrick, su peor error.

No sabía que lo había impulsado a hacerlo, quizás la oferta de expandir su música aún más. Claro que si hubiera sabido en que se estaba metiendo desde un comienzo no lo hubiera hecho. Había caído como una mosca en las manos de una corporación que no dudaba en utilizarlo para medios comerciales sin siquiera tomar en cuenta su opinión. Y no podía librarse de ella hasta que su contrato terminase. Renunciar no era una opción para él, puesto que sabía algo de esas cosas y la discográfica terminaría por demandarlo a él y seguramente perdería. No era tan fácil librarse de un contrato.

Do you love me? ↠ FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora