Do you love me? ↠ Frerard

De la vez que Gerard Way sintió celos, la secuela

El viento frío golpeaba su piel provocándole escalofríos. El hecho de que solo vestía una fina camiseta de manga larga no ayudaba en absoluto. Si hubiera sabido que afuera hacía tanto frío se hubiera colocado un abrigo antes de salir, pero era demasiado perezoso como para volver e ir por uno. El clima era un asco. El cielo estaba gris y nublado y había probabilidades de lluvia.

Desde la azotea donde se encontraba podía ver casi toda la ciudad. Los autos transitaban por las carreteras y la gente iba y venía por las calles, indiferentes a los demás. Gerard fumaba un cigarro tras otro mientras observaba aquel lúgubre panorama. Se había cruzado de brazos con el mero propósito de obtener algo de calor corporal pero no había mucha diferencia al respecto. El viento era cómo un cuchillo helado que rasgaba su ropa.

No sabía cuánto tiempo había pasado allí arriba pero disfrutaba de cada momento de soledad. La estaba pasando bien consigo mismo hasta que sus pensamientos fueron a parar de alguna manera en Lindsey, su antiguo y desastroso amor. Se preguntó que estaría haciendo ahora. ¿También estaría pensando en él como Gerard en ella? o ¿Simplemente lo había olvidado? Más posiblemente la segunda, dedujó. Lindsey era una de esas personas que siempre seguían adelante sin importar qué y dudaba que en ese momento todavía siguiera pensando en él. El mismo Gerard no debería estar pensando en Lindsey, por qué después de todo ella fue quién le rompió el corazón y lo dejó. Pero la verdad era qué ella había dejado una marca imposible de borrar en él y no importaba cuanto tratase de quitarla jamás se iría. Casi era cómo escribir en tu mano con un rotulador y aunque intentes quitarlo quedará un leve vestigio de la tinta.

Negó con la cabeza. ¿En qué cosas estaba pensado? ¿Acaso era una adolescente llena de hormonas sufriendo por desamor? No, era un hombre adulto por todos los cielos. Tenía treinta años, por todos los cielos. Debía olvidarse de Lindsey de una vez por todas y seguir con su vida. Mejor debería volver al estudio o sus compañeros se enfadarían con él por desaparecer y atrasar la práctica. No podían permitirse perder tiempo valioso, no por cómo andaban las cosas. Así que le dio una última calada a su cigarro y luego lo apagó con la suela de su zapato.

En su camino de regreso al estudio visualizó a una pareja sentada en una de las escaleras del lugar. Estaba algo lejos de ellos y desde su posición no podía ver bien quién era la otra persona pero observó que uno tenía cabello castaño y parecían estar a punto de besarse. Gerard no le hubiera dado más importancia al tema, es más, le repugnaba toda muestra de afecto público, si tan sólo no hubiese visto quién era la otra persona. En una mirada más de cerca, se dio cuenta que se trataba nada más y nada menos de Frank. El mismo Frank que era su esposo y que estaba a punto de besar a otra persona. Los mismos labios que Gerard había besado con anterioridad.

Está bien, Gerard sabía que ninguno tenía sentimientos amorosos por el otro, pero una sensación de ira repentina comenzó a acumularse en su interior. Frank seguía siendo su esposo por ley y literalmente estaba engañándolo en sus propias narices. Y el orgullo excesivo de Gerard no podía soportar eso. Más bien era una cuestión de principios, nada de celos. No estaba pensado con coherencia, directamente no estaba pensando en nada cuando en grandes zancadas se acercó hacía ellos decidido a poner fin a lo que sea que estuviera en proceso.

— ¡¿Qué mierda crees que haces?! —exigió saber, sin dirigirse a ninguno en particular. Ambos se sobresaltaron ante el sonido de su voz.

— ¿Gerard? —murmuró el moreno, confundido.

— ¡¿Por qué demonios estabas a punto de besuquearte con este sujeto?! —exclamó. Aquello había sonado demasiado celoso, incluso para él mismo y odiaba admitirlo.

— Ya deja de gritarme —respondió el moreno. Se había puesto de pie para estar a su altura, aunque en realidad seguía siendo más bajo que él— Déjame en paz, ¿quieres?