Liebesträume o Cuando Frank se cree Anastasia Steele

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— ¿Porqué nunca tocas el piano? —preguntó Frank con curiosidad al observar el gran artilugio de caoba púlido, el cual descansaba abandonado contra una esquina de la sala. Al parecer, Gerard había encontrado otros usos para él instrumento además de tocar música, puesto que había apilado sobre él numerosos cómics y discos de vinilos.

— Porque no es mi estilo —se encontraba leyendo las noticias matutinas mientras bebía un café. Anteriormente tenía la constumbre de beber por las mañanas alcohol mezclado con el líquido oscuro o simplemente lo bebía puro y directo de la botella, pero Frank le había hecho prometer que no bebería nada de alcohol o consumiría drogas, no si realmente quería que lo suyo funcionase. Frank odiaba aquellos hábitos insalubres, incluso le sorprendía que para ese entonces no le hubiera agarrado cirrosis de todo el licor que consumía. El Gerard desintoxicado era mucho mejor que el intoxicado y bajo los efectos de sustancias— Está maldita cosa no tiene sabor —se quejó con una mueca asqueada. Aquello no le estaba funcionando para nada, pensó Gerard. Se sentía ansioso todo el tiempo y la falta de alcohol en su torrente lo ponía molesto, pero no se lo mencionó al moreno.

— ¿Al menos sabes tocarlo? —ignoró su berrinche de niño malcriado. Gerard negó con la cabeza y Frank frunció el ceño— ¿Entonces porque has comprado uno?

— Se veía bien en la sala —dijo con sencillez, pasando las hojas de su periódico.

—¿Estás diciéndome que has comprado un piano sólo por qué "se veía bien"? —a esa altura no debería sonar sorprendido, pero lo estaba. Gerard lograba sorprenderlo en todas las maneras posibles.

— Ajá.

— Cielos, y yo pensé que no había formas más tontas de desperdiciar dinero.

— Oye, soy millonario. No critiques mis decisiones de vida, señor "Yo soy demasiado modesto para todo" —se burló, dedicándole una media sonrisa— Mira, somos nosotros.

Gerard levantó el periódico que leía para enseñarle un artículo que los mostraba a ambos en medio del apasionado beso que compartieron en el parque el día anterior. En la parte superior y en letras bien grandes se leía: "La pareja del momento."

— Supongo que somos sensación —comentó Frank, sonriendo.

— No sí se enteraran de cómo fueron realmente las cosas —murmuró por lo bajo, con lo que pareció ser un tono algo molesto. Frank lo miró con detenimiento, estaba bastante callado y serio, nada parecido al Gerard despreocupado de ayer.

— Ven, te enseñaré a tocar el piano —decidió dejar de lado su humor molesto. Se levantó de la mesa del desayuno, aún vestido con sus pijamas, para acercarse hacia el instrumento. Había aprendido lecciones de piano cuando era niño pero su padre nunca había tenido el dinero suficiente para comprar uno propio, y en su apartamento no había tenido espacio. Le parecía una lástima que aquel costoso artefacto estuviera abandonado de esa manera.

— ¿Tengo que hacerlo? —se volvió a quejar el pelirrojo.

— Anda, vamos —comenzó a mover algunas cosas que estaban depositadas sobre el banquillo y las teclas del piano. Una fina línea de polvo cubría toda la delicada superficie.

— ¡Cuidado con eso! —bramó Gerard al verlo mover una figura de acción de un superhéroe que no conocía. Inmediatamente levantó su trasero de la silla y corrió hacía él. Para la próxima ocasión ya sabía que debía hacer para llamar su atención, pensó Frank— Es edición limitada.

— A mí me parece un vejestorio.

— Es que es antiguo. Lo tengo desde niño —se lo quitó de las manos y lo depositó cuidadosamente en una de las tablas de la estantería, junto con sus otras baratijas de nerd coleccionista. A veces podía llegar a ser muy exagerado.

Do you love me? ↠ FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora