Hay que darles algo de que hablar

2.4K 399 136
                                    

— Díganme chicos, ¿cómo fue que se conocieron? —la presentadora, Lisa, preguntó con curiosidad.

— Bueno, Lisa, es una historia muy interesante —comenzó Gerard, sonriendo. Se encontraban en medio de una entrevista en un programa televisivo de talk show, que de acuerdo con Patrick era el número 1 de los Estados Unidos. Así es, el hecho de que se encontraban allí era otra maravillosa obra del pelirrojo con horribles feodoras— Fue en una fiesta durante el backstage de un concierto. Ya sabes, aquellos lugares llenos de gente y alcohol hasta el cuello. Pero aquello no me impidió verlo entre la multitud. Y desde ese momento... Creo que supe que era el indicado para mí, la persona con quién quería pasar el resto de mi vida.

Un "Awww" colectivo se escuchó venir desde la audiencia y la presentadora. Frank sonrío tímidamente. La historia no se asemejaba en nada a como había sido en realidad, de hecho, era todo lo contrario; no se habían conocido en el backstage de ningún concierto. Era todo palabrerío falso. Pero lo cierto era que desde que habían decidido darle una oportunidad a lo suyo días atrás la relación entre ambos estaba comenzando a fluir de verdad, quizás algo lento pero fluía. Aún tenían sus diferencias, por supuesto, pero eran más tolerantes con el otro.

— ¿Frank? —lo llamó Lisa. Frank salió de su trance momentáneo, no se había dado cuenta de que todas las miradas se encontraban puestas en él.

— ¿Sí?

— La pregunta.

— Oh, lo siento. ¿Podría repetirla? —había estado tan metido en sus pensamientos que no la había oído hablar. Se sentía extremadamente observado y nervioso hablando en frente de tanta gente en un espacio tan pequeño, dejando de lado el hecho de que probablemente estaba siendo visto por millones de personas en la televisión. Gerard, por otro lado, parecía estar hecho para las cámaras. Se veía cómodo y sereno, sonriéndole de vez en cuando.

— ¿Cuál fue tu reacción cuando Gerard te propuso matrimonio?

— Pues... Fue algo sorpresivo, pero también uno de los días más felices de mi vida —otro "Awww" colectivo vino de la audiencia. Parecía que lo único que sabían hacer era decir eso, pensó Frank.

— ¿Y tienen planes para el futuro? ¿Adoptar bebés, quizás? —dijo casualmente Lisa. Frank se atragantó con el agua. Gerard escupió una botana que se encontraba comiendo.

— No, no, aún es demasiado pronto para los bebés —murmuró Gerard mientras se limpiaba la boca con una servilleta, ya no parecía sentirse tan seguro en cámara. Ni siquiera eran una pareja tan seria como para hacer eso, ni siquiera sabían si lo suyo iba a funcionar en primer lugar.

— Nada de bebés por ahora —Frank apoyó el argumento de Gerard. Oh cielos, solo esperaba que aquello no le diera ideas locas a Patrick y este se apareciera en su puerta con un bebé. Porque conociéndolo no le sorprendería si lo hiciera.

— Parece que sus fans tendrán que esperar algún tiempo más por un pequeñín, ¿eh? —rió Lisa. Gerard y Frank se miraron y luego sonrieron incómodamente hacía la mujer. Frank no podía esperar a que esa tortura terminase de una vez.

~*~

— Me sentía observado por todas partes —confesó Frank a Gerard. Finalmente habían salido de la entrevista y se encontraban en la limosina rumbo al penthouse.

— Has estado bien —le aseguró esté— Ni siquiera vomitaste. Te juró que pensé que lo harías en mis zapatos.

— Oh, cállate —río, a pesar de que había estado a punto de vomitar en serio— Vomitar en televisión nacional en frente de millones de televidentes daría de que hablar, ¿cierto?

— Bienvenido a mi mundo.

— Es un lindo día —observó Frank a través de la ventana. El sol estaba en lo alto y las aves cantaban felices. Durante los últimos días el clima había estado espantoso. Lluvia y nubes grises a toda hora. Pero ahora parecía haberse despejado.

— Si, lo es. Salgamos a pasear a algún sitio —propuso Gerard luego de un momento pensando.

— ¿Hablas en serio? —que Gerard quisiera abandonar el penthouse por voluntad propia era un milagro divino, pues era un ermitaño. No sucedía muy a menudo.

— Si, la pasaremos bien. Jean-Pierre —se dirigió al chofer— Llévanos a algún lugar divertido.

— Ummm, ¿Cómo a cuál, señor? —dijo el hombre canoso y de rasgos amables.

— No lo sé, te dejaré a ti decidir. No conozco mucho.

— ¿Que le parece aquel lugar...?

— Excelente. Llévanos allí —Gerard ni siquiera dejó terminar al pobre hombre su frase. Pero este asintió como si ya estuviera acostumbrado a lidiar con él y sus rarezas.

Luego de un rato en el camino se detuvieron en lo que Frank reconoció como una especie de parque. Había juegos infantiles y algunos puestos callejeros de comida. Se veía gente por todas partes. Parecía ser un lindo lugar. Quizás hasta podrían comer algo sin ser acosados por paparazzis, pero jamás se le había pasado por la mente entretenerse en los juegos demasiados pequeños para él, no hasta que lo intento y de alguna forma terminó con medio cuerpo atascado entre las sogas de lo que creía era algo para escalar hecho para niños. Ni siquiera había creído posible caber, pero lo hizo.

— ¡Cielos, Gerard! ¡Ayúdame! ¡Deja de tomarme fotos! —gruñó con enojo al ver que en lugar de ayudarlo le tomaba fotografías. Varios niños a su alrededor se reían de su miseria, al igual que Gerard.

— ¡Esto definitivamente va ir al internet! —río como loco, aún sin dejar de sacar fotos— ¡Mírate! ¡Ahí atrapado como una mosca!

— ¡No quiero ver esto en internet! ¡Gerard, haz algo! ¡No te quedes ahí parado! —gritó de nuevo, en un intento de hacer que lo ayudase de una vez. Se retorcía para tratar salir pero simplemente estaba demasiado enredado y le era imposible. De hecho le parecía que lo estaba empeorando aún más.

— Bien, ya voy. No te desesperes, chico de oro. Aquí viene Gerard al rescate —guardó su teléfono y comenzó a mover las gruesas cuerdas para tratar de sacarlo, pero sin mucho éxito— Esto no se quita. A ver, intenta sostenerte en mí e intentaré levantarte. Tal vez así lo logré.

Frank rodeó el cuello de Gerard con sus brazos, y tal como había dicho que haría lo levantó como a un niño pequeño, logrando así sacarlo de su pequeña pero poderosa prisión. Frank vitoreó de alivio. Por un momento pensó que hasta tendrían que llamar a los bomberos para sacarlo de allí. "Frank Iero atrapado en un juego de niños", eso sí sería una buena noticia para los medios. Pero Gerard no lo bajo inmediatamente como esperaba, sino que ambos permanecieron en la misma posición. Frank aferrado a Gerard, y Gerard sujetándolo por la cintura. Allí estaban ambos, tal como en una escena de película romántica; Gerard el valiente caballero que había rescatado a la damisela en peligro, ósea Frank, y al parecer no tenía intenciones de bajarlo pronto.

— Gerard, hay paparazzis —dijo Frank, no queriendo romper el momento pero advirtiéndole a este de la presencia de los otros. No sabía cómo pero siempre se enteraban donde estaban las celebridades en todo momento y ellos no eran la excepción. Su mirada se encontraba alineada con la contraria, sin romper el contacto en ningún momento.

— Entonces hay que darles algo de que hablar —murmuró con una sonrisa pícara. Antes de que Frank tuviera tiempo de decir algo fue callado por un profundo beso de su parte. Y se encontró a sí mismo devolviéndoselo, porque apenas los labios de Gerard tocaron los suyos, todo el universo se redujo a él y Gerard. Los paparazzis podían sacar tantas fotos de ellos como quisieran, porque todo lo demás ya no importaba. Frank rió en el beso. Definitivamente aquel día no podía mejorar.

Do you love me? ↠ FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora