Gerard no podría describir con palabras el remolino de emociones que sintió al ver a Frank yacer en aquella lúgubre cama, conectado a diversos aparatos y intravenosas, entre ellos un respirador artificial. Un remolino de emociones de todo tipo surgió en su interior; culpa, impotencia, ira, desesperación, todas las inimaginables. El doctor Dillon le había dicho que se encontraba estable, que despertaría en cuanto la anestesia dejase de hacer efecto. Gerard quería estar ahí cuando lo hiciera, necesitaría ver a alguien familiar en esa espantosa situación, sin embargo no sabría que le diría con respecto a que al despertar ya no podría sentir sus piernas. No se creía capaz de poder soltar una palabra coherente.
Se acercó lentamente hacia él. Su rostro lucía pacífico y sereno, pero se veía pálido, demasiado pálido. Tanto que parecía enfermizo. Pequeños cortes producidos por el cristal del parabrisas decoraban su mejilla en forma de una cascada roja. Sus piernas estaban cubiertas con un sábana, no parecía que hubiera algo malo con ellas, sólo que ya no funcionaban como lo hacían. Le habían explicado qué fue lo que sucedió, al parecer un sujeto ebrio había colisionado contra ellos al no frenar ante una luz roja, Gerard no reaccionó a tiempo y el resto era calumnia para él. Sabía que había sido su culpa, no importaba lo que le dijera Mikey, siempre lo creería. Él sólo había sufrido una contusión y una dislocación de hombro, Frank fue quien se llevó la peor parte. Su cuerpo simplemente había sido atrapado entre el asiento y el tablero... Gerard no quería siquiera pensar en ello.
Arrastró una de las sillas del lugar y la depositó junto a la cama. Estaba agradecido que Frank no estuviera despierto, porqué no quería que lo viera llorar. La lágrimas solo habían comenzado a caer una vez más, sin una razón en particular, por todo lo que estaba pasándole y más que aún no venía. Todo estaba yendo tan bien que casi parecía que algo malo tenía que ocurrir para arruinarlo, eran las reglas de la vida. Cuando te va bien, algo malo tiene que pasar.
O quizás era el karma del que tanto hablaba Lindsey persiguiéndolo. Gerard no creía en esas cosas, jamás lo había hecho, le parecía estúpido y creía que solo eran puras patrañas inventadas para asustar a la gente. Pudo haber cometido errores en el pasado, ¿Quién no los ha cometido? Pero el hecho de que esos mismos errores vinieran a embrujarlo y torturarlo en el presente... le costaba creerlo. Pero miraba a Frank y se debatía si podía ser cierto o no. No, se decía luego de un momento, aquello no tenía nada que ver con el karma, era solo las consecuencias perpetradas por sus actos inmaduros. De no haber armado un escándalo solo por algunas baratijas inservibles movidas de su lugar, no estarían ahí. Estarían quizás acurrucados en la cama, Frank con el anillo en su dedo y viviendo felices para siempre. Pero ese no era el caso a causa de su estupidez.
Deslizó su mano sana por la cama y aferró la de Frank. Estaba fría, muy fría. Una intravenosa dirigida al suero estaba conectada a está, traspasándole su contenido vital y manteniéndolo hidratado. El pitido de la máquina que tomaba sus pulsaciones era lento y solemne, Gerard dejó escapar otro sollozo lastimero, solo quería que terminase.
Se durmió, cuando el cansancio fue demasiado para su sistema simplemente se durmió involuntariamente. Y fue en esa posición en la cual lo encontró Mikey, aún aferrado a la mano de Frank y con su cabeza recostada a un lado de la cama, imperturbable. Su hermano necesitaba descansar, pero no lo escuchaba. Era terco y obstinado, jamás dejaría el lado de Frank a no ser que fuera a gritos y patadas, pero descubrió que el sueño finamente le había ganado en su vilo de largas horas. No se atrevió a hacer nada, sin embargo, se preguntó cómo sería tener a alguien tan devoto como Gerard parecía serlo con Frank. Nunca había encontrado a alguien a quien amar, y quizás por eso su reacción fue tan negativa para con este al conocerlo. Había actuado como un cretino y ahora lo veía.
Echó un último vistazo a la escena en desarrollo y sin más decir o hacer, cerró la puerta tras sus espaldas. Necesitaba algo de alcohol para su café, pero se preguntó dónde mierda podía encontrarlo en un hospital.
~*~
Fue despertado por alguien rozando su cabello. Gerard abrió los ojos y tuvo que cerrarlos de nuevo para acostumbrarse a la fuerte luz. Se sorprendió al ver que ya era de mañana, cielos, ni siquiera sabía que se había dormido en primer lugar. ¿Cuánto tiempo había dormitado? ¿Y si Frank había despertado durante su inconsciencia? ¿Y si había entrado en pánico? Oh Dios, Frank. Frank era quien rozaba su cabellos, había despertado. Se incorporó sintiendo casi inmediatamente un calambre en el cuello debido a la mala posición en la que había estado. Frank aún reposaba sobre la cama, pero sus ojos estaban abiertos y lo miraban. La mano que anteriormente lo había despertado ahora estaba inmóvil sobre su regazo.
— Hey —dijo Gerard con voz ronca, tratando de forzar una sonrisa que seguramente no le salió. Los ojos de Frank divagaron por el cuarto, luego se enfocaron de nuevo en él y su mirada fue finalmente dirigida a sus piernas. Gerard tembló.
— Ge-erard —su nombre salió de su boca en forma de sollozo, sus ojos se cristalizaron al entrar en razón de lo que sucedía.
El corazón de Gerard se partió en dos al oírlo, se sentía tan impotente y mal que debía luchar para contener las lágrimas. Verlo llorar pondría aún peor a Frank.
— Aquí estoy. Estoy aquí contigo, Frankie —se apresuró a decir, apretando su mano en un intento de calmarlo y transmitirle confianza. Pero se dio cuenta de que nada de lo que hiciera haría efecto.
— ¿Q-qué me pasa? ¿Porqué no puedo... sentirlas? —gotas de lágrimas caían por su mejillas mientras dirigía un brazo hacia sus piernas, viendo que efectivamente no podía sentir el toque y se asustó. Todos los intentos de Gerard por no romper allí mismo fallaron cuando se encontró con la mirada rota de Frank.
— Perdóname. Perdóname, por favor —fue lo único que logró decir en medio del llanto excesivo— Todo esto es mi culpa. Perdóname...
Vinieron más sollozos incontrolables de parte de ambos, los ojos de Frank comenzaron a tornarse rojos de llorar y su nariz a moquear. Los sollozos decían cosas que no podían decirse con palabras.
— ¿Qué f-fue lo que me sucedió? —preguntó Frank— Gerard —volvió a llamarlo, esta vez con más desesperación. El antes nombrado se obligó a calmarse, era un adulto, debía ser fuerte por Frank. Lo necesitaba, por Dios Santo.
— Tuvimos un accidente, amor. Te lastimaste la columna, los doctores trataron de repararla pero... —se interrumpió a sí mismo, no podía continuar.
— ¡¿Pero qué?! —sollozó lastimosamente. Sospechaba lo que iba a decir, pero necesitaba oírlo de su parte para confirmarlo. No era lindo lo que iba a oír, el rostro congestionado de Gerard se contusionaba en dolor al mirarlo.
— Ellos dijeron que... Es poco probable que puedas... volver a caminar —lo dijo, lo había dicho. Vio como algo se rompió en el interior de Frank, este volteó su rostro hacia el lado opuesto de Gerard, pero pudo ver cómo más lágrimas comenzaron a salir acompañadas de más sollozos. El monitor cardíaco había aumentado considerablemente— Lo siento... Te juro que desearía ser yo quien estuviera en tu lugar. Yo debería estar en está cama ahora mismo, no tú. Todo es mi culpa...
Pero nada de lo que decía iba a cambiar algo, simplemente no podía hacerlo. Frank evitaba mirarlo, como si su mera presencia le provocase más dolor.
— Frank... Mírame, por favor —intentó tratar con él, pero sin suerte. Las lágrimas tampoco escatimaban en el caso de Gerard y nublaban su vista.
— Déjame solo —le oyó murmurar entre sollozos, pero Gerard no le hizo caso.
— No te dejaré, me quedaré aquí contigo —trató de tomar su mano pero Frank se soltó de su agarre bruscamente y lo miró enojado.
— ¡Vete! —le gritó con odio— ¡Desaparece de mi vista!
Gerard le miró sorprendido, que le pegasen en la cara con un ladrillo seguramente hubiera dolido menos que las palabras venenosas de Frank. No quería que estuviese con él, le quedó claro el mensaje. Y no quería molestarlo, a pesar de que lo último que quería era irse y dejarlo solo, pero debía respetar su decisión. Necesitaba su propio tiempo. Así que cuando logró reaccionar se limpió las lágrimas con la manga de su chaqueta y se sorbió los mocos.
— Estaré afuera si me necesitas —murmuró con voz rota, pero Frank no se dignó a mirarlo. Sólo miraba hacia la pared. Su pecho subía y bajaba rápidamente debido al esfuerzo que implicaba llorar y sus mejillas estaban empapadas de lágrimas. Ni siquiera supo si se volteó cuando salió del cuarto, porqué tan pronto lo hizo Gerard comenzó a llorar de nuevo.
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Do you love me? ↠ Frerard
RomanceGerard Way es el famoso líder de la banda de rock My Chemical Romance. Gerard es alcohólico, adicto a la cocaína y ávido amante de las fiestas. Sus numerosos escándalos resuenan en los titulares de casi todos los periódicos a nivel mundial y amenaza...