¿Tú... me amas?

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— ¿Cómo estás? —le preguntó Patrick. Ante el silencio colectivo de Gerard volvió a hablar—, Mikey me dijo lo que ocurrió, solo debes ser paciente. Sé como te sientes...

— No te atrevas a decirlo. No te atrevas a decirlo porque no sabes como mierda me siento —bramó, nadie sabía lo que estaba sintiendo en aquel momento, sólo él lo hacía.

Veía a las enfermeras y doctores salir de la habitación de Frank, no se había atrevido a volver entrar luego de que este lo echará, no quería ponerlo aún más mal. Pero si el lo necesitaba él estaría allí junto, aunque eso significase estar sentando en el frío suelo durante horas. No se movería de aquel lugar. El Dr. Dillon, el cirujano que se ocupó de realizar la operación de Frank, le había dado una típica mirada de médico preocupado al salir del cuarto, ese tipo de mirada que te dan cuando saben algo que tú no o simplemente cuando te tienen pena, pero Gerard no logró descifrar qué quería decir con está exactamente.

Su mánager suspiró, cansado. Patrick acababa de llegar a la ciudad luego de un largo viaje de negocios y tratar con la terquedad de Gerard no era tarea fácil— Te estimo demasiado, Gerard. Nos conocemos desde hace hace años, te he visto en tus peores y mejores momentos; te conozco más de lo que tú crees. Nunca quise que esto pasará.

— No, no me parece. Creo que este fue tu plan desde un principio, ¿sabes? Arreglarme un compromiso falso, crear mentiras y más mentiras, luego salir con que hay problemitas en nuestra relación de ensueño y finalmente el divorcio. La publicidad perfecta.

— No digas eso, por favor.

— ¿Supongo qué no te esperabas que me enamorara de él, cierto? —se burló—, Tú sólo querías promocionarte a ti mismo y a la empresa. Eso parece ser lo único que te importa.

— Lo único que hice fue salvar tu carrera y no vengas a decirme que no funcionó por qué si lo hizo. Y si te he causado algún daño, entonces déjame decirte que... Lo siento, en serio. A los dos —su tono se oía bastante sincero, pero viniendo de Patrick nunca podía estar muy seguro.

Gerard movió la cabeza con algo esfuerzo para poder mirarlo. Aquel día no llevaba ninguna de sus odiosas feodoras, su cabello color zanahoria brillante se dejaba ver en su totalidad como rara vez lo hacía. Era casi raro verlo así. Chasqueó la lengua.

— Eso no sirve de nada, Patrick —murmuró con tristeza Gerard. Un 'lo siento' nunca arreglaba nada y él lo sabía. Decirle a Frank que lo sentía por literalmente haber arruinado su vida tampoco iba a hacer nada. Y jamás lo haría, no importaba cuanta veces lo repitiese.

— Claro que sirve, si lo dices con sinceridad hace una diferencia, aunque no la puedas ver al comienzo.

— ¿Quién eres y qué has hecho con Patrick? —dijo, el Patrick que conocía no solía ser tan comprensivo, más bien gruñón y tedioso. Pero aquel era diferente, Gerard no sabía si debía estar agradecido o no por ello.

Patrick soltó una risita, estaba bien reír. La risa siempre era buena aún en los peores momentos. Gerard lo intentó pero descubrió que no podía— No te dejes engañar, eh. Sé ponerme en el lugar del otro de vez en cuando—. ¿Cómo está tu brazo? —preguntó luego, observando el cabestrillo.

— Me dijeron que podía quitármelo luego de unos días, que debía dejar descansar al ligamento y el músculo. No sé porqué lo dicen, yo lo siento bien.

Do you love me? ↠ FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora