1- inicio del infierno

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Un año antes de odiarte.

Oculto mis oídos una y otra vez. No es posible, tengo que trabajar y el ruido no me permite conciliar el sueño. ¿Quién será el intrépido vecino que a esta hora tiene el radio encendido?

¡Grandioso! No podía ser peor.

Tomo una bata y me la pongo con total rapidez. No puedo dormir, aún es de noche por lo visto, según mi reloj es la una  de la mañana.

—¿De donde viene esa música?

Camino a pasos lentos hasta la puerta y la abro procurando no encontrar a un loco merodeándo por aquí. Pero no,  al frente esta el apartamento que estaba en alquiler, lo que al parecer ya tiene dueño, de ahí proviene esa música.

¿Quién sera el idiota que tiene puesta esa música tan horrenda? Solo un tonto se le ocurre tener una fiesta de rock pesado justo cuando hay inquilinos en este lugar. ¡Inquilinos que tienen que trabajar, por Dios!

Decido tocar la puerta, necesito dormir porque mañana trabajo y no es justo que dañen mi siesta.

tras tocar unas cuantas veces la puerta, mis nudillos se enrojecen con cada toque, me quedo mirando mis dedos y es cuando la puerta se abre y mi boca también para pedirle una simple petición.

—Disculpes, ¿podría... —quedé en silencio al ver justamente delante de mi a un chico sumamente guapo. Tragué seco, guiando mi vista a los detalles que presencian mis ojos virgenes. Es un chico de cabellera rubia, sus cejas perfectamente limpias, ojos verdes con un rostro perfilado. Pero su rostro no me deja sin palabras como ver su cuepo atlético. lleva puesto un pantalón de mezclilla, ¡oh cielo! No tiene camisa y eso pone mi imaginación a volar.

—Hola,  ¿Ibas a  decir algo? —preguntó sin dejar de reír.

Su sonrisa es hermosa.

—¿Si p-podrías bajar el volumen?  es que necesito dormir, mañana trabajo muy temprano —hablé con rapidez porque mi lengua se enredó de inmediato. Él muerde su labio inferior y mira hacía abajo, su gesto se me hace sexy.

Cálmate Julia.

—Claro, disculpe por  despertarla, es que me mudé hace unas horas y por lo visto somos vecinos —agacha la mirada de inmediato y luego la levanta, sus ojos me escanean y sonríe divertido extendiendo su mano—  ¿Soy Thomas y usted? —su mano sigue en espera de que le corresponda al saludo,  en cambio yo tengo las mías cruzadas por el frío que hace en plena noche. No puedo ser descortés.

—Soy julia, un placer pero ya debo irme, gracias.

Estúpidamente mis pies me llevan corriendo a mi apartamento y cierro la puerta ante los nervios presente que ya se reflejaban sin descaro alguno.

-¡Oh Dios! ¡que hombre! Es tan guapo —susurro como si jamás en mi vida he visto algún hombre sexy, es que vamos, en este edificio solo hay personas mayores y no siempre se tendrá un vecino sexy al lado, que además es muy educado.

Aunque ahora pienso que no debí haber corrido como una niña asustada.

Hasta que la herencia nos separe Donde viven las historias. Descúbrelo ahora