—Responde, virgencita.Volvió a molestarme, y yo no tenía respuestas. Si digo que soy virgen, se burlaría de mi y usaría eso como una excusa para molestar. Aparte me vería inexperta en todo. No es que deba importarme su opinión, es que no quiero lidiar con sus bromas pesadas. Pero si digo que no lo soy, quizás deje de molestar con el tema, y entienda de una vez que no soy tan ingenua como piensa.
—Que idiota eres —bufo —. Claro que no soy virgen —rodeo los ojos.
—¿Segura?
—Obvio, idiota. Y ya por favor, cambia el tema... o espera, mejor haz silencio —sugeiero cruzando los brazos.
—Tonta.
Lo ignoro.
Nos subimos al auto con dirección hacía el aeropuerto. En el camino hubo ruido, y quería romper su radio para que no escuchar su mal gusto musical.
—¡Ya baja el radio, tonto! — grité sin soportarlo más.
—No, tonta. —me saca la lengua al decirlo.
Paciencia señor, paciencia.
Gracia a los cielos que llegamos al aeropuerto, pero pensaba que ibamos en un avión público, y no, aquí nos llevarían en un jet privado.
—¿De quien es el jet? —pregunto.
—Si recibo la herencia podría ser mio. —me guiña un ojo.
—Sueñas —espeto ríendo.
Acomodada en mi asiento, noto que una azafata atendía con gran distinción a Thomas.
—Tráigame el mejor vino y un jugo para mi novia, no quiero que se desmaye —le dijo, no pude evitar enojarme.
—No, cariño, no tomarás alcohol. Debes tomar algo mas suave —respondo.
—No, hermosa, yo tomaré alcohol.
—A tu madre que en paz descanse, no le hubiese gustado saber que su hijo está tomando alcohol en su lecho de muerte. —él deja de sonreír y tose con incómodo.
—Está bien —responde y mira a la chica —. Tráenos jugo y un desayuno dietético. —Sonrío sintiéndome triunfante por hacerlo cambiar de opciones.
Él se mantuvo en silencio mirando por la ventana, y yo me sentí mejor de hacer que se silenciara.
El desayuno fue traído ante nosotros. En realidad no me apetecía comer nada de eso. Pan de trigo y seco, palitos de harina y frutillas que parecen disecadas con yogurt con sabor a rancio.
—¿Esto es desayuno? —cuestiono.
—Es lo más decente que hay, te lo comes o te mueres de hambre.
ESTÁS LEYENDO
Hasta que la herencia nos separe
RomanceDespués de una carta de desalojo y una muerte que deja a un hijo al borde de la desesperación, Julia y Thomas tendrán que tomar una decisión para obtener beneficio propio. - Julia no era para nada paciente, se consideraba una chica con los pies s...