24- inicia el juego

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Thomas

Tonta, idiota y ridícula. Si eso eres Julia, una chica muy estúpida. Podría seguir insultándote pero no vale la pena. ¿Cómo se te ocurre pensar que yo me acosté con Vicky?

Lo peor no es eso, lo peor es que piensas que he estado haciendo cochinadas con otras. Ni siquiera he besado a otra desde que nos casamos, además no sé para que te enojas si no somos nada, eso mismo, nada.

Es más, si haré de las mías, no puedo seguir así. ¿Durar año y medio sin tener sexo? No, podrían quitarme otros beneficios pero no mi punto débil.

Las tres maravillas de la vida: follar, comer y dormir. ¿Que más podría pedir? El problema es que obviamente no follaría con Julia, porque ella me odia y además no la soporto.

Pero no niegues que te sientes extraño a su lado.

Si claro, extraño. Sólo me siento así cuando ella se comporta bien. Es fácil de odiar, si ella fuese más normal pues quizás... sólo un diminuto quizás, obtendría mi atención.

Ella ya quiere tener otra relación con otro estúpido, con ese come huevo de Jesh, Jash o Josh, no me interesa. Que le vaya bien con ese flacuchento de quinta.

Me estaciono en el bar en donde mis amigos me esperan. Y sobre Vicky, le dije que me fui de viaje, realmente es molestosa, y si, es bastante sexy y  la amé, pero últimamente no me apetece jugar a las escondidas, necesito tiempo.

Salgo arreglando mi chaqueta, la noche está bastante fría. Saludo al seguridad quién ya me conoce y subo por la escalera la cual es iluminada por bombillas verde lumínicas y violetas.

Ya estando arriba veo a mis dos amigos amigos: Arthur y Yen. me acerco a ellos quienes están al lado de tres chicas muy hermosa, dos pelinegras y una de cabello color blanco canoso, pero le queda súper bien.

—¡Hey,  mi hermano!— me saludó Yen dándome un abrazo y dos palmadas en la espalda.

—¿Qué hay?

Saludo a Arthur.

—Te ves bien después de casarte, ah te presento a estas nenas preciosas, ella es Annie— saludé de mano a la pelinegra de ojos café, quién luce una corta mini falda y una camisa ajustada.

—Hola Tom —dijo sonriendo.

—Ella es Flor —me presentó a la otra pelinegra de ojos verdes, esta es más pequeña que las otras dos.

—Hola Tomy.

Ahora me llaman con el diminutivo.

—Hola.

—Y ella Kiara, una hermosa británica recién llegada, por fortuna entiende nuestro idioma —la chica de pelo blanco me sonríe estrechando su mano con la mía.

—Hola —me dice sin decir el diminutivo —. Eres mejor de como ellos te describieron.

Ese halago no me lo esperaba. Ella tomó mi mano y miró mi anillo.

—Hmm y al parecer casado — eso me asustó un poco—. Como me gustan, prohibidos.

Traigan a los bomberos que se está prendiendo. ¡Madre mía!

—Bueno, apenas vienes llegando y ya te llueven las mujeres, amigo—Yen me abraza riendo de lo sucedido. Yo no sé como actuar, realmente temo de que me tomen fotos.

Pero no se podía negar que la rubia está demasiado hermosa. Podría pasar una noche con ella, y quizás olvidarme de la discusión que tuve con aquella loca.

Hasta que la herencia nos separe Donde viven las historias. Descúbrelo ahora