6- torpe y re-torpe

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—¿Con qué me tomaste el pelo?

—Te podría tomar algo más de ahí.

Y aquí vamos con esa jodida cara de pervertido. Lo empujo para que ni intente tocarme.

—Pendejo de mierda. ¿Crees que soy idiota?

Él tose sin poder ocultar su risa.

—No, no lo creo. De hecho pienso que la palabra "idiota" es muy pequeña para ti, preciosa.

—Mira, me vale una miserable verga de 20 centímetros que escuchen esto, pero si vuelves a besarme con algunas de tus bromistas sucias, te juro que cuando duermas te castraré el meñique que tiene entre las piernas ¿ok?

Me torno agresiva, pone los ojos en blanco, al instante oculta su entrepierna con sus manos.

—Vamos a calmarnos, con eso no puedes jugar, ¿con mi "pipí"? Oh no ¿cómo haría feliz a una mujer?

—Quizás usando el cerebro en vez del pene, idiota.

Camino hasta la cama y tiro el equipaje en ella.

—Ajá, pero con el cerebro no se causa placer.

—Pero si se causa atracción. No todo tiene que ser físico —ruedo los ojos.

—Ya entiendo, a una chica como tú se le conquista con "el cerebrito", he de suponerlo, nerd más nerd igual a:  "pareja perfecta", lástima que no llego a ese punto.

Lo miro con seriedad y suficiencia.

—Dormiré algo, ¿será que puedo dormir en paz?

—Claro, yo en cambio prefiero ir a la piscina, ahí podré tomar y comer lo que quiera, ya que esa comida del jet estaba malísima.

Frunzo el ceño y lo miro fijamente. Luego mi estómago cruje al recordar que no he comido nada.

—Vaya, vaya, al parecer tú también tienes hambre.

Volteo los ojos.

—Mejor vete y déjame sola. Necesito paz. Ah, por cierto, espero que vayas preparando tu camita en el suelo. No dormiré  contigo.

Una estruendosa carcajada sale de su garganta.

—¿De verdad dijiste eso? ¿Le dices eso a "tu amorcito"? Qué graciosa —vuelve y se ríe colocando su esquipaje en la cama.

—¿Cual es la gracia?

—Tú y tu cara de tonta. Tu ingenuidad no tiene límites. Y por cierto, me ducharé. Cuidado con venir a vigilarme, te conozco.

—Por favor, que ego es el tuyo. No hace falta mirar lo que ya es evidente —digo normal.

—¿De qué hablas?

—De que obviamente sé que tienes un maní sin criar por allí abajo —me burlo, aunque nunca lo he visto, solo quiero molestar.

—No me retes,  pequeño adefesio humano, tengo todo, menos un maní. ¿Quieres ver?

Lleva una mano hasta el bulto de su pantalón y toca el botón, quitándolo y lentamente bajando el cierre. Pero mi timidez y asco me hizo ocultar los ojos.

—¡Ay no, que asco! ¡Vete!

—Patética.

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El idiota se fue a la piscina luego de ducharse. Yo quedé buscando que ponerme. Pero escuchaba risas de varias chicas. Me acerco a la ventana y lo veo a posar delante de ellas.

Hasta que la herencia nos separe Donde viven las historias. Descúbrelo ahora