Yo simplemente quise retener a Thomas; no sé como carajo sucedió, pero él había logrado su cometido al pedirme que me retirara la blusa para masajearme. Pude haberme negado, pero no tenía excusas disponibles en ese instante.Y he aquí una Julia sin blusa, acostada cuesta abajo sobre la cama, y un Thomas semi-pervertido masajeándome. (Después de todo, no hace los masajes tan mal).
—¿Te estás sintiendo mejor? —me pregunta mientras sus dedos presionan mis hombros, ocasionando una leve relajación.
—Si, un poquito.
Cabe aclarar que yo tengo sostén, porque ni modo que me deje ver todo de este pervertido sexual.
—Sin sostén sentirías mejor —opina toqueteando el borde del sostén. Yo giro mi cabeza y le lanzo una mirada seria —. Ya niña, era broma.
Thomas lleva ambas manos por cuello, luego una desciende por mi espina dorsal llegando en sí, hasta mi cadera. Sus dedos se mueven, luego las palmas de sus manos.
Subo a cielo de tanta relajación; es increíble sentirse así.
—Hmm —sin haberlo querido un leve gemido se me escapa, y soy consciente de lo que lo he hecho, porque justamente siento a Thomas sobre mi cuello. Su respiración choca directamente con mi oído y mis vellos se erizan instantáneamente.
—Me gustó ese gemido —lleva sus manos directamente por ambos lados de mi cadera, y fue subiéndola poco a poco, rozando mi piel. Muerdo estúpidamente mi labio inferior, sintiendo esta vez una sensación extraña y poco conocida en mi; siento un cosquilleo, rondando en mi cuerpo entero, junto un escalofrío.
Lo denominaré: ThomasFobia.
—Estás temblando, ¿me tienes miedo?
—Creo que sería normal tenerte miedo, con esa mente tan retorcida que tienes —respondí sentándome en la cama y cubriendo mi pecho con la blusa; no vaya a ser que él mire donde no debe.
—Créeme Julia, yo te metería todo —hizo una pausa y esbozó una sonrisa—, menos miedo.
¡Bum! La bomba ha explotado... Y por extraño que parezca, me siento bastante rara al escuchar ese piropo —o como se le diga a eso—, barato.
—Este... que horrible ser mujer y tener que aguantar tantas 'palabras bonitas' de un pendejo, solamente porque te quiera coger.
—Que estupidez es ser hombre y tener que aguantar las ganas de coger cuando tenemos la opción de masturbarnos.
Bien, esto se está yendo lejos.—Haré como que no escuché nada de eso. Ya me siento mejor, muchas gracias.
Él sonríente de lo que acababa de decir se levanta y lo veo arreglarse su ropa.
—¿Qué harás?
—Me iré, ya que te sientes mejor, no veo la razón para quedarme aquí.
Mierda.
—¿Crees que un dolor de cabeza, estómago y cuerpo completo se cura con un simple masaje? —pregunté fingiendo alterarme —. Ah ya entiendo, tú lo que quieres es buscar excusas para irte y dejarme sola aquí, ya entiendo que mi presencia te aburre, pero gracias Thomas, ya lo entiendo. —Empecé a llorar de mentiras, fingiendo un dolor inexplicable, de la cual él tampoco entiende.
—¡Ay no me digas que ya el Anuel te vino a visitar? —fruncí el ceño al instante.
—¿Cual Anuel?
—El que te llega cada mes.
—No seas tonto, es Andrés. Y no me vengas a cambiar la conversación, porque no, no tengo ningún Anuel, Manuel y Andrés, yo lo que tengo es un dolor en mi pecho, ¿por qué nadie me entiende?
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Hasta que la herencia nos separe
RomanceDespués de una carta de desalojo y una muerte que deja a un hijo al borde de la desesperación, Julia y Thomas tendrán que tomar una decisión para obtener beneficio propio. - Julia no era para nada paciente, se consideraba una chica con los pies s...