14- compromiso

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¿Dos meses para mi boda? Esto pasaría demasiado rápido. Ni siquiera sé como decirle a mi papá sobre esto.

Nos quedamos dormidos en la sala de espera. No podíamos conciliar el sueño y Thomas era quien menos podía dormir con la incomodidad de la silla. Cuando por fin amaneció abro los ojos en busca de Thomas y lo veo hablando con una enfermera, pero por sus gestos supuse que le coqueteaba.

Este idiota no pierde un momento.

Abro la puerta de la habitación y paso lentamente, allí veo a mi padre, pero esta vez está despierto mirando hacia la ventana. Al momento de cerrar la puerta él voltea a mirarme y siento un nudo en mi garganta.

—¿Hija? —pregunta sin creer que yo estuviese aquí.

—Papá.

Camino hasta él y lo abrazo al instante. Él empieza a llorar sobre mi cuello y me siento tan mal de verlo así.

–¡Mi niña! ¿Qué haces aquí?

—Papito, he venido al saber lo sucedido. ¿Por qué no me dijiste que estabas enfermo? ¿Por qué me ocultaste esto?

Él baja su cabeza y mira sus manos.

—Lo siento, no quise preocuparte. No quiero ser una carga, hija —se lamenta y hace que me duela mas todo esto. Lo Abrazo nuevamente y una lágrima rueda por mis mejillas.

—Nunca serás una carga para mí, papá. Te amo con toda mi alma y quiero lo mejor para ti, por eso ya he decidido que te irás a vivir conmigo.

Él se aleja, negando ante mi decisión.

—No hija, ¿qué pasaría con mi casita? No quiero irme.

—No puedes decidirlo, el doctor ya me ha comentado tu estado de salud y te irás conmigo quieras o no quieras, además... creo que debes saber algo.

El mantiene el ceño fruncido mientras me mira fijamente.

—¿Qué sucede? ¿Qué debo saber?

—Espera...

Camino hasta la puerta y veo Thomas hablando con esa mujer, salgo y lo interrumpo.

—Mi amor, mi padre quiere verte —digo tomando su mano y marcando territorio.

—¿Es tu novia? —pregunta la enfermera, quien tiene un cabello rubio y unos ojos tan azules como el mar. Miro a Thomas en espera de su respuesta.

—Prometida  —dice y le sonrío.

—Ah, que linda pareja. Este... yo tengo que seguir el trabajo.

La chica se va con rapidez y volteo mirándolo enojada.

—¿Cuándo dejarás de andar coqueteando con otras?

—Cuando tú dejes de interrumpir conversaciones intimas.

—¿Íntimas? —le doy un codazo—. Quiero que entres por esa puerta y te comportes como un hombre, papá se enterará de que seremos esposos y espero que lo convenzas de que eres el chico ideal para mío

—¿Soy para ti? —inquiere y pone sus dos manos en su pecho parpadeando varias veces.

—Estúpido, solo es de mentira. Vamos.

Paso primero y mi padre me mira, luego entra Thomas.

—¿Quién es? Ah, ¿es el chico aquél que me dijiste? —pregunta al verlo.

—Si papá, de esto quería hablarte, Thomas y yo tenemos seis meses de relación.

Él mira a Thomas y luego a mí.

Hasta que la herencia nos separe Donde viven las historias. Descúbrelo ahora