28- problema a la vista

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Thomas salió de la cocina echando chispa por el aire. Realmente se enojó porque lo rechacé, no entiende que no es obligado. Yo tengo que salir con Josh y he dado mi palabra, no sé para que se enoja.

Me vestí tal cual para el momento, optando por un abrigo ajustado y un jeans, junto a unos botines negros. Habían noches calientes, hoy eras de esas noches en la cual debo abrigarme, pues el frío se siente a flor de piel.

Tomo mi bolso y bajo encontrándome a Thomas hablando por teléfono mientras se ajusta su abrigo. Decido ignorarlo caminando hasta la puerta, para así no esperar a Josh aquí dentro.
Salgo de la casa y saco mi teléfono buscando el contacto de Josh, y cuando por fin lo encuentro marco la llamada.

—¿Josh?

—Si, Julia. Te quería decir que me perdones por... —la llamada se escucha mal.

—¿Por qué? ¿Donde estás?

—Julia, te enviaré la dirección para que llegues a la fiesta, estoy en medio de la carretera esperando la grúa. Estaré en la fiesta dentro de media hora, besos.

No me dejó decir nada porque me habia colgado la llamada. Y como era de esperarse, envió la ubicación.

—Al parecer te dejaron plantada —se burla Thomas situándose a mi lado.

—Al parecer nadie pidió tu opinión.

—Bueno, adiós querida esposa.

Bajó los escalones riéndose, demostrando que no cambió nada. Yo en cambio agradecí que me prestara su auto y esperé que se fuera antes que yo, para así manejar más segura.

Cuando él se fue, yo me subí al auto y lo encendí, tomando rumbo a la fiesta.
Encendí la radio dejando que mis oídos se llenaran de la melodiosa voz de Ed Sheeran con su famosa canción photograph.

Tatareaba la canción sin dejar de mirar la autopista. Luego de entrar a la ciudad seguí la indicación y así minutos largos pude llegar a una casa que más bien pareciera una  fraternidad.

Bajo del auto notando extraño que las  demás personas no estén afuera, porque así son todas las fiestas.
y sin importancia sigo el camino hasta encontrarme ante la puerta la cual al instante toqué el timbre.
Esperaba con paciencia hasta que no recibí respuesta y volví a tocar, allí justamente había sido abierta por un chico alto, demasiado robusto y con un pelo rojizo. Me sentí intimidada por su enorme tamaño.

—Hola, Josh me dijo que lo esperaras aquí —trago seco, el grandulón abre más la puerta permitiendo que el ruido y la música estampen mis oídos.

—Ah ese pendejo, bueno puedes entrar apena esto empieza, creo que eres la primera en llegar.

Otra vez me siento nerviosa, entonces le agradezco y entro a la enorme casa. Él cerró la puerta y como si nada siguió caminando, yo lo seguí y me detuve cuando vi la sala llena de chicos. Hay de todas clases, blanco, moreno, indios, en fin, esto es sorprendente.

Intento buscar una chica entre ellos pero mi búsqueda es en vano, no hay una sola chica. Pienso devolverme y algo me detiene, cuando me giro veo otro grandulón trigueño, quién me sonríe.

—Creo que ella es la amiga de quién tanto Josh habla. Somos la fraternidad LPC, bienvenida.

Cada palabra del grandulón me asustaba, pues de su boca salia una  voz gruesa. Juro que esto parece como si fueran a sacrificar a alguien, y yo soy ese alguien. O si es viéndolo de la forma más retorcida, cualquiera pensaría que harían una orgía.

—Gracias, pero prefiero esperar afuera.

Iba a cruzar de su lado pero me detuvo y negó con su mirada.

Hasta que la herencia nos separe Donde viven las historias. Descúbrelo ahora