Capítulo 1

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Lola estaba insoportable, como un nene que ansía abrir el paquete que papá Noel le trajo para navidad...la diferencia es que en tres días estaba cumpliendo quince años y va a viajar a Disney con mamá, papá y su amiga Bárbara. "Barby" para los más allegados.

Mi hermana es un poco inocente, la compañía de Bárbara no sé si será la mejor, pero supongo que en presencia de adultos, no podrá hacer de las suyas. Lola todavía no habla de novios ni mucho menos, pero descubrí que adora leer libros de vampiros. No sé bien de qué se tratan, pero considero que no está mal que encuentre en la literatura un pasatiempo.

Un chico viene alguna que otra vez a buscarla, sobre todo en época de clases; ida y vuelta en bicicleta al colegio, a la biblioteca, al club, pero jamás nos dijo cómo se llama, ni qué función cumple dentro de su corta vida adolescente. Sé que su nombre es Ciro, porque escuché, sin proponérmelo, cuando lo saludó la otra tarde al despedirse. En la mejilla, lógicamente.

Ella no es tan tímida como lo era yo a su edad. Etapa difícil de la vida, si las hay.

Hoy, mirando a la distancia, no puedo creer que ya hayan pasado poco más de doce años de mis quince, para ese entonces no se estilaba pedir un viaje de placer como regalo, sino que por el contrario, todas estábamos fanatizadas con la fiesta pomposa, el vestido, el desfile de rosas y bailar hasta cualquier hora los hits del momento. En ese aspecto, Lola era más decidida, no quería reuniones familiares cansadoras incluso con invitados que desconocía, sino que por el contrario, ansiaba viajar al maravilloso mundo de Disney, cosa que jamás me intrigaría.

Muchas veces deseé quemar varias de esas ridículas fotografías del pasado. Lo bueno es que no existían, o al menos en casa todavía no contábamos con una cámara digital, con las cuales no hay chances ni modo de agotar las millones de fotografías absurdas de hoy en día. No, en esa época colocábamos un rollo de papel fotográfico diminuto (a la sombra para que no se "velen" e inutilizar el papel) y las que salían, salían.

Cada tanto, saco de mi armario la caja de madera rosa a lunares blancos (bricolaje de mi mamá, maestra de nenes de primer grado) cuando me siento un poco deprimida y necesito reírme un rato, usándolo como método terapéutico. Los rostros juveniles de mis compañeros de colegio, los vestidos horripilantes que se usaban en aquel entonces, papá y ese ridículo bigote que se le ocurriría dejarse justo antes de mi cumpleaños...eso sí valía la pena guardar entre mis cosas. Era inevitable dar una carcajada al repasar cada una de esas fotos que ahora tenía nuevamente entre las manos.

Casi de memoria recorro los nombres de mis amigas, bah, amigas de ese entonces que por cuestiones de la vida no nos volvimos a ver o simplemente, como si un alienígena les hubiera practicado una lobotomía, no recuerdan que durante más de diez años compartimos algo más que un recreo.

Vuelvo a sonreír cuando en otra fotografía de Lola, con dos añitos, camina por entre nosotros al momento de bailar el vals con mi papá. Con mi padrastro en realidad, ya que a Claudio siempre lo voy a sentir como mi verdadero papá. No compartiremos sangre, pero él me crió como su hija y eso se retribuye con agradecimiento y lealtad.

Mi conciencia me reitera que no he sido muy leal con él durante mucho tiempo, lo tengo presente cada día de mi vida, pero es parte de un pasado que no puedo (y algunas veces me pregunto si quiero) olvidar.

Abrazada a Mariana, mi mejor amiga, lucíamos terribles; despeinadas, transpiradas por haber bailado toda la noche sin parar y eso, sin siquiera haber ingerido ni una sola gota de alcohol. Papá era bastante estricto con eso...con eso y otras cosas más también.

Creo que a estas alturas con Lola está más relajado; la deja salir con sus amigas más seguido, no le impone tantas condiciones cuando la pasa a buscar Ciro, su amigo de la bicicleta, ni le hace el cuestionamiento policial que solía hacerme a mí a su edad después de cada salida a algún boliche bailable. ¿Se seguirá diciendo boliche? Hace mucho que no voy a uno...y sinceramente, descubro que no me afecta.

11.050 ( Once Cincuenta): Vuelo al pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora