Ian venía corriendo a mis brazos. En cuclillas, lo atrapé y lo giré en volandas.
─¡Hey campeón! ¿te divertiste hoy? ─ pregunté a mi hijo, de enormes ojos turquesas.
─Zí, papá. Jubé con Alejo y Francisco ─ posándolo en el piso, le desabroché el guardapolvos.
A poco de su salida, Dolores apareció en la entrada del colegio.
─No me extraña que tu hijo sea un liero terrible ─ refregando sus manos por el frío de junio, expresó dejando de lado el papel de maestra jardinera donde acudía Ian─. Se la pasa corriendo de un lado al otro y comiéndole las golosinas a los otros chicos.
Ian desprendió una sonrisa traviesa, típica de su madre.
─¿Y Gigi? ─ preguntó manteniendo la puerta cerrada del instituto.
─Tratando de hacer dormir la siesta a Isabella, está un poquito resfriada y no pudo descansar en toda la noche ─ dije sobre nuestra hija de año y medio─. ¿Venís esta noche a cenar? ─ Ian levantó las manos pidiendo upa. Haciendo malabares con su cuerpecito, la mochila y el delantal de colegio, me las rebusqué para que nada (incluso mi hijo) cayese al piso.
─Mmm no ─ se balanceó sobre sus pies, ocultando algo.
─¿Mmmm no?
─Me invitaron a cenar...
─Oh...¿una amiga? ─investigué como en los viejos tiempos. Dolores siempre tendría dos años para mi visión machista.
─No. Y no sigas insistiendo, no te voy a decir nada más
Escabulléndose por entre sus piernas un niño de la misma edad que Ian, apareció abrigado hasta los dientes.
─¡Papá! ¡El es Daniel! ─ señaló inquietamente su compañerito.
El chiquito sostenía el labio inferior temblando, conteniendo un posible llanto. Mi hermana lo levantó del piso y limpió sus primeras lágrimas.
─Papá ya está por llegar ─ el niño rodeó a Dolores, apoyando la cabecita en el hueco de su hombro.
Ella se meció con la criatura en los brazos, susurrando a su oído y acariciando su cabeza para tranquilizarlo.
─ Su mamá falleció apenas comenzó el año ─ sus ojos azules se enternecieron profundamente en tanto que a mí, se me hizo un nudo en la garganta─. A veces viene su abuela, otras, su papá.
Acercándome, besé la mejilla regordeta del niño, quien se chupaba el dedo.
─¿Querés venir a jugar con Ian a casa? ─ ofrecí. Daniel parpadeó con insistencia. En principio dudó, después, asintió con la cabeza ─. Bueno, cuando venga tu papá le preguntamos si te deja, ¿te parece? ─ nuevamente, aceptó.
Junto a Dolores aguardamos por el padre del muchachito; aún en brazos, Ian no dejaba de moverse, causándome un dolor insostenible en las lumbares.
─¡Papiiiii! ─ la voz aguda del niño, sonó estridente y conmovedora. Extendiendo sus brazos hacia su padre, se fundió en un gran abrazo.
Joven, quizás de mi edad, el muchacho saludó correctamente. Susurrando algo al oído de su hijo, se sonrieron al unísono.
─Gracias seño Lola. Me demoré en el trabajo y vine volando ─ se disculpó.
─No te hagas problema Ignacio─ mi hermana batió sus pestañas y un leve rubor asaltó sus mejillas. ¿Qué ocurría ahí?
─Perdón mi descortesía, soy Ignacio Toscano, padre de Dani ─ liberó una de sus manos, dispuesto a saludarme. Hice lo mismo.
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11.050 ( Once Cincuenta): Vuelo al pasado
Romance"Un amor prohibido, marcado por los prejuicios morales, se desata entre Virginia y Joaquín quienes batallarán contra el tiempo y contra sus propios deseos, demostrando que no hay límites ni distancias para el verdadero amor." Advertencia: Historia...