Prólogo

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La chica abrió lentamente los ojos y luego sonrió.
Con los labios entreabiertos, Luke Hemmings descansaba a su lado. Observó su perfecto rostro, se deleitó con la manera en que la pequeña pieza de metal abrazaba su bonito y delgado labio inferior; no lo había podido evitar, con mucho cuidado deslizó su dedo índice por la respingada nariz del chico rubio, quien, al sentir el contacto, la arrugó ligeramente, profirió un pequeño quejido y luego se dio la vuelta para así continuar durmiendo.
La pelirroja suspiró mientras observaba la espalda desnuda de Luke, se giró a ver el reloj en la mesita de noche, con mucha delicadeza se incorporó en la cama, cubriendo su pecho desnudo con la sabana azul y buscó con la mirada la enorme camiseta que le había quitado la noche anterior al chico; en cuanto la ubicó se mordió el labio y, con mucho cuidado de no despertarlo, se levantó de la cama.
Una vez se hubiera deslizado dentro de la prenda salió de la habitación y bajó las escaleras, con el propósito de hacerle el desayuno a Luke.
Ya en la cocina ahogó un gritito. De verdad, al fin, todo estaba pasando.

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