Capítulo 8

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Michael comenzó a morder la pajilla de plástico, ansioso, mientras observaba como la pelirroja se alejaba. Puso los ojos en blanco y gruñó. Ahora tendría que esperar a que Calum regresara.

—¿Otra vez sola? esos chicos no hacen bien su trabajo —bromeó Luke, apresurando el paso de espaldas para verle la cara a Lucy.
Ella bufó.
—Hey ¿estás bien? —se plantó frente a la chica.
La pelirroja se encogió de hombros en silencio.
—Oh, Lucy ¿qué pasa? —se agachó unos cuantos centímetros para que su rostro quedara a la altura del de ella.
—Michael está enojado conmigo y también Calum; no sé bien porqué.
Hemmings frunció el ceño.
—Ah, déjalos, es su problema. Ven conmigo —murmuró mientras intentaba tomar su mano.
La pequeña pelirroja se debatió menos de un segundo entre sí hacerlo o no; al final optó por aferrarse a Luke, al fin y al cabo eso era lo que en algún momento había soñado hacer.

La mesa en la que Luke solía almorzar estaba repleta de gente y cada quien tenía una conversación en la cual concentrarse; en realidad eran tantas personas que hablar todos de un mismo tema les habría resultado imposible. En cuanto vieron al chico acercarse comenzó el barullo de todos los días: el sonido que generaba el impacto de las bandejas, puños y palmas contra la mesa, los aullidos y gritos de los hombres y una que otra chica. Lucy se sintió terriblemente incomoda, desfilando al lado del altísimo rubio mientras todos se concentraban en su pasarela a través del recinto.
Sintió que las manos comenzarían a sudarle.

—¿Y Lucy? —Calum se cruzó de brazos, mientras fruncía el ceño.
Michael alzó la vista, más no la cara, mientras continuaba mordisqueando la pajilla.
—No lo sé —dijo casi sin despegar los labios y encogiéndose de hombros.
El chico negó con la cabeza.
—Que más da; tengo hambre, vamos a comer algo.
Mike se levantó torpemente, se sacudió los pantalones y, cuando llegó a su altura, comenzó a caminar con Calum.

Cuando Luke se sentó al fin, con Lucy a su lado, la presentó pero la mayoría ignoró a la chica. El semblante del rubio se ensombreció y él dedicó su atención por completo a la menuda pelirroja.

—Ah, no de nuevo —se quejó el castaño mientras ponía los ojos en blanco.
—¿Qué? —el teñido se plantó junto a él, a las puertas de la cafetería.
Ambos vieron la melena color zanahoria, revoloteando de un lado a otro en la mesa del centro.
Lucy se carcajeaba de algún comentario, seguramente idiota según Michael, que Hemmings lanzó.
El chico se pasó la lengua por los dientes, mientras se quitaba la gorra y se pasaba las manos por el cabello, frustrado.
Su amiga se veía tan feliz y los gestos de Luke denotaban que él realmente disfrutaba de su compañía.
—Ya no tengo hambre —Clifford se mordió los labios, se dio media vuelta y abandonó el establecimiento, mientras Calum se daba una palmada en la frente y arrastraba su mano a través de su cara en dirección a su mentón.
Le dolía tanto ver a su mejor amigo así, cualquiera se daría cuenta de que Mike estaba perdidamente enamorado de su pequeña amiga pelirroja. Cualquiera, excepto ella.

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