Cool Kids

Capítulo 18

Lucy se sentó al fondo del aula, con una enorme y tonta sonrisa en su rostro. Luke Hemmings acababa de invitarla a salir; para ella era como un sueño hecho realidad.
Frunció el ceño.
¿Y si en realidad todo era un sueño y de un momento a otro se despertaba y aparecía en su cama nuevamente con el pelo enmarañado, las cobijas a un lado y en su pijama de Snoopy?
Tragó saliva.
Miró discretamente hacia ambos lados, dejó escapar el aire y entonces se pellizcó el dorso de la mano.
Nada, absolutamente nada.
En definitiva no estaba soñando.
Se mordió el labio, conteniendo el chillido de felicidad y emoción.
¡En realidad Luke Hemmings la había invitado a salir!
Arrugó la nariz sonriendo y, cuando vio a Michael entrar por la puerta no pudo evitar saludarlo efusivamente. Se sentía tan feliz que inclusive había olvidado que el chico estaba furioso con ella.
El teñido enarcó una ceja, la ignoró y siguió su camino hacia su asiento.
La pelirroja le sacó el dedo medio a sus espaldas.

Michael puso los ojos en blanco.
La clase estaba a punto de terminar y en todo el tiempo que pasó dentro del aula no pudo evitar mirar de reojo hacia el fondo. La pelirroja no paraba de sonreír de aquella manera, como una caricatura y tampoco dejaba de garabatear sobre el cuaderno; él lo sabía por como deslizaba la mano, de manera delicada y suave sobre el papel; cuando escribía solía tomar el bolígrafo con más firmeza.
Mikey gruñó y apretó la mandíbula.
Se moría de ganas por saber que estaba pasando en la cabeza de la pelirrojita.

Luke corrió en dirección al edificio donde se encontraba el aula de la chica, en realidad no sabía porque, solo tenía ganas de ir con ella.
Se mordió la lengua, mientras pensaba en un buen pretexto para buscarla.
«—Eh, Lucy, ¿no se te cayó un brazalete? No, eso no, es estúpido, ella no lleva brazaletes —pensó».
Chasqueó la lengua y entonces se paró de golpe.
—Uh, lo siento amigo.
El delgado chico frente a él se giró.
Calum suspiró y puso cara de pocos amigos.
Hemmings tragó saliva, no estaba de humor para lidiar con los estúpidos amigos de Lucy.
Se hizo a un lado y continuó su camino mientras Hood lo seguía con la mirada.
El moreno frunció el ceño y, con calma, comenzó a recorrer los mismos pasos que el rubio. Este último comenzó a dar largas zancadas cuando vio la puerta del aula abrirse y a los pocos estudiantes que comenzaban a brotar del interior.
En cuanto llegó al umbral de la puerta se asomó ligeramente; la chica guardaba sus cosas en la mochila. Luke sonrió mientras la observaba.
Escuchó un carraspeo.
—Estorbas —se quejó Michael.
El chico de ojos azules frunció el ceño y observó todo el espacio libre que le quedaba al teñido. Era un chico corpulento y casi tan alto como él, pero obviamente eso no le hacía abarcar todo el espacio de la puerta.
—Creo que pasas perfectamente —contestó entre dientes.
Mike bufó, se acomodó la mochila al hombro y, golpeándolo con esta, pasó junto al rubio, quien apretó la mandíbula pero no dijo nada más.
«—Que maduro, muy, muy maduro —pensó».
Suspiró y se recargó contra la fría y blanca pared.
Enseguida salió la pelirroja, distraída aún buscándole acomodo a un cuaderno.
—Déjame ayudarte —dijo sobresaltado.
Lucy se giró a verlo, aún llevaba un bolígrafo entre los dientes.
—Oh, Luke —articuló mientras el chico tomaba la mochila y la sacudía haciendo las cosas caer en su lugar—. Gracias —al fin se retiró el artefacto de la boca.
—No hay de qué.
Ambos se sonrieron.
—Oh —el chico se exaltó de nuevo— yo —se rascó la nuca, vacilante— vine a verte, porque —arrugó la nariz fugazmente y luego esnifó haciendo una linda mueca— creo que lo más conveniente es que tenga tu número —al fin dio con la excusa perfecta.
Lucy entornó los ojos y sonrío.
—Ok —se encogió de hombros.
Tomó la mano de Luke y, con el bolígrafo que ya tenía a la mano anotó los diez dígitos en la suave y pálida palma del chico.
—Listo.
Nuevamente se sonrieron, satisfechos.