Capítulo 6

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—Deberíamos de ir a buscar a tu enamorado —dijo Calum.
—Luke no podría estar enamorado de mi —murmuró la pelirroja.
El chico suspiró y chasqueó la lengua.
—Iré a buscar a Michael —se levantó dejando a Lucy atrás.
—Hey, espérame —dijo la chica, mientras se levantaba torpemente e iba detrás de su delgado amigo.

Calum caminó terriblemente rápido, dejando a su amiga atrás; odiaba cuando Lucy se ponía así y los dejaba a Mikey y a él de lado, sin importarle que era lo que ellos pensaban o sentían, sobre todo Mike, que la quería con toda su alma y a ella parecía ni siquiera importarle.
El chico se giró discretamente, seguro la pelirroja se había cansado de seguirlo, se había enojado y se había ido a sentar sola bajo un árbol; eso era lo que siempre hacía.
Hood caminó dentro de la cafetería, sabía que encontraría a Michael ahí.
En efecto, el de cabello verde se encontraba sentado a una de las mesas, comiendo, de mala gana, papas fritas.
—Eh, Mike —Calum jaló una silla y se sentó.
El chico lo miró frunciendo el ceño y continuó comiendo.
—¿Y Lucy? —murmuró.
El moreno se encogió de hombros.
—La perdí hace un rato —dijo desinteresado, apoyando más la espalda en la silla y cruzándose de brazos.
Michael suspiró.
—Eh, ya, basta Mike. Siempre se pone así y lo sabes.
—Sí, pero es que —vaciló un segundo— olvídalo —negó con la cabeza y se llevó una papa a la boca.
—Sé que la quieres demasiado, yo también lo hago, pero ya es suficiente. Detesto cuando se pone así.
Ambos suspiraron.
—Dame —murmuró y le cogió una papa al chico.
Michael lo miró mal.

Lucy había captado la indirecta, Calum estaba molesto, no entendía por qué, pero lo estaba y eso era suficiente para que ella decidiera irse.
Se sentó debajo de un árbol, haciéndose la tonta, aunque en realidad estaba completamente incomoda, odiaba quedarse sola, la hacía sentir vulnerable.
Sacó su teléfono del bolsillo y comenzó a perder el tiempo en cualquier red social. Abrió y refresco seis veces seguidas Instagram.
—¿Por qué estás sola?
Lucy abrió los ojos como platos cuando escucho la voz del chico.
Luke se sentó junto a ella y cruzó sus largas piernas, apoyando el codo sobre la rodilla y recargando su mentón sobre la palma abierta de su mano se quedó mirando a la chica, con una tierna y brillante mirada. Y es que la pelirroja le resultaba fascinante, no se podía imaginar cómo es que nunca había reparado en la existencia de una chica tan hermosa.
Lucy se sonrojó y alzó un poco los hombros.
—¿No tenías clase? —fue lo único que atinó a decir.
El chico se estiró mientras suspiraba.
—Me echaron.
—Oh —murmuró la chica.
—¿Y tus guardas? —se burló Luke.
Lucy tragó saliva.
—No lo sé —se encogió de hombros.
El rubio asintió pensativo.
—A ese chico, Micah, creo que no le caigo bien.
La pelirroja frunció el ceño y alzó un poco la ceja.
—¿Te refieres a Michael? —marcó perfectamente cada una de las sílabas del nombre de su amigo.
—Ah, sí Michael —repitió con el mismo tono, como rectificando.
—Creo que los nombres no son lo tuyo —rió Lucy.
—No, creo que no, Missy —se burló Hemmings.
La chica le dio un ligero golpe en el brazo y él rió.
—¿No tienes hambre o algo?
La pelirroja negó con la cabeza.
Luke se levantó.
—Ven —le tendió la mano— vamos por un helado o algo.
Lucy miró con ojos expectantes la mano extendida del chico; casi se muere cuando la tomó y él estrechó la de ella, mientras le ayudaba a incorporarse.
Comenzaron a caminar en dirección a la cafetería; Luke aún no soltaba la mano de la chica y eso hacía que ella se sintiera como si flotara. Rogó porque su mano no comenzara a sudar.

—De verdad Michael, esa chica de mi clase de inglés está muerta por ti —Calum comenzó a reír, sosteniéndose el estomago.
Michael lo miró frunciendo el ceño. No era divertido.
—Bueno, no —Hood giró la cara—. Oh, mira eso —dijo para sí, molesto.
Mikey lo escuchó y siguió la dirección de su mirada.
Lucy entraba con Luke y él ¡¿la tomaba de la mano?!
Michael golpeó la mesa, instintivamente.
—Eh, Mike —Calum se levantó en un acto reflejo; sentía que su amigo sería capaz de romperle la cara en ese momento a Hemmings.
El chico inhaló profundo y apretó los ojos y la mandíbula.
—Vámonos, Michael.
Él negó con la cabeza.
—No, estoy bien.
Calum volvió a sentarse, indeciso, mientras continuaba observando a su amigo.

Luke y Lucy bromeaban en la fila; ajenos a lo que había pasado al otro lado de la cafetería; Michael y Calum continuaban con la vista pegada en ellos.
Ninguno de los dos se había percatado que sus manos seguían unidas; hasta que fue su turno de ordenar.
—¿Me puedes dar dos malteadas? Una de galleta y la otra de —se giró a mirar a la chica— ¿Lucy?
Ella casi se derrite cuando escuchó su nombre salir de los labios del rubio.
Rápidamente negó.
—Oh, no, no tengo dinero —enrojeció.
—Ah, Lucy —Luke insistió, pero ella volvió a negar con la cabeza—. Anda, dime tu sabor favorito —comenzó a picarla en las costillas, causándole cosquillas.
—Vainilla, vainilla —confesó entre risas.
—Una malteada de galleta y otra de vainilla, por favor —ordenó el rubio entre risas.
La chica que atendía la caja los miró y les sonrió a ambos, mientras tomaba el billete que el chico le tendía.
—Se las entregan de ese lado —indicó mientras le daba su cambio a Luke—. Son una linda pareja —comentó con una sonrisa.
Ambos chicos enrojecieron.
—Oh, gracias, llevamos seis meses saliendo, planeamos tener un bebé el siguiente verano —bromeó Hemmings mientras hacía a la pelirroja emparejar su cara con su cabellera y tomaba nuevamente su mano.

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