Capítulo 17

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Michael y Calum no le hablaban a Lucy desde hacía una semana, pero le dejó de importar tanto cuando, al segundo día, Luke comenzó a pasar el tiempo con ella, ahora estaban prácticamente siempre juntos.

Se encontraban en uno de los jardines del instituto, ella estaba recostada en el pasto, con el antebrazo sobre la cara, cubriéndose de los rayos del sol; Luke se encontraba boca abajo, observándola, el delgado suéter azul de la chica se alzaba y dejaba ver una franja de la piel de su cadera. El rubio sonrió, no lo resistió y le pellizcó suavemente.
Lucy alzó la cara rápidamente.
—¿Por qué hiciste eso? —murmuró sonriendo.
El chico se encogió de hombros.
La pelirroja entornó los ojos y luego esbozó una sonrisa. Luke se sentó, apoyándose en las palmas de sus manos y con sus largas piernas se impulsó hasta llegar a la altura del rostro de la pelirroja; se acercó lentamente, mientras su pulso y el de ella se disparaban. Abrió la boca pero no dijo nada, la cerró enseguida, vacilando.
—¿Qué? —murmuró la chica.
Luke se mordió el interior de la mejilla y desvió la vista, nunca antes le había pasado algo así.
—¿Todo bien? —indagó mientras trataba de incorporarse.
—Sal conmigo —soltó el chico de repente.
Lucy abrió los ojos como platos y luego tragó saliva.
—¿Qué? —jadeó sonriente mientras se apoyaba sobre los codos.
El rubio asintió mientras se sentaba correctamente; Lucy lo imitó.
—Creo que —volvió a morder el interior de su mejilla— deberíamos —vaciló unos segundos— ya sabes, salir algún día —desvió de nuevo la vista y atrapó las pequeñas manos de la chica entre las suyas.
La pelirroja se quedó muda unos segundos y después asintió de manera enérgica.
—Claro —sonrió ampliamente.
El rubio hizo lo mismo.
—Bien, entonces —se interrumpió para sacar su teléfono del bolsillo— anótame tu dirección y paso por ti el viernes a las seis ¿te parece?
Lucy asintió sonriendo de oreja a oreja mientras tomaba el teléfono del chico.
—Listo.
Le entregó el teléfono a su dueño, este lo tomó y se lo volvió a guardar en los pantalones.
Suspiró.
—Es tarde, te llevo a tu clase —dijo poniéndose en pie y tendiéndole la mano.
Ella asintió y le correspondió el gesto.
Caminaron en silencio durante unos minutos hasta llegar a la puerta del aula.
—Te veo luego.
—Nos vemos —murmuró la pelirroja.
Luke se acercó y se despidieron besándose en la mejilla. Lucy enrojeció y entró en el salón.
El rubio se dio media vuelta y salió a paso relajado del complejo, en cuanto llegó a las puertas se cruzó con Michael. El teñido no se hizo a un lado y, con el ceño fruncido, pasó junto a él, golpeándolo con el hombro. Luke se quedó ahí de pie, abrió la boca y se pasó la lengua por una de las mejillas, apretó la mandíbula y salió del edificio. No entendía porque Michael lo detestaba tanto, pero si él lo odiaba, entonces el sentimiento era mutuo.

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