Capítulo 9

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Michael tenía tantas ganas de correr, de gritar, de romper cosas, pero se contuvo. Se dirigió al edificio de cristal, donde estaban los laboratorios, como apenas comenzaba el receso todo ahí estaba desierto; tomó una enorme bocanada de aire y se sentó en una de las frías esquinas, con las piernas recogidas y el mentón apoyado en las rodillas.
Una impotencia indescriptible lo llenaba.
Apretó los ojos y contuvo el aliento.
Escuchó unos pasos apresurados y rogó porque se tratara de Lucy, estaba molesto con ella y con Luke y con él mismo, pero lo único que podría hacerlo sentir mejor en ese momento era un abrazo de la pequeña chica y un "todo está bien" susurrado en su oído.
Abrió los ojos cuando sintió los pasos casi a su altura; solo se trataba de una chica castaña que seguramente había olvidado algo en su casillero.
Mikey dejó caer la cabeza.
Su celular comenzó a sonar. Se mordió la lengua y consideró no contestar. Al cuarto timbrazo rodó los ojos y, de mala gana, lo sacó de su bolsillo.

—¿Me prestas a Lucy? —un decidido Calum se acercó a la mesa del centro.
El chico rubio alzó la cara, con el ceño fruncido.
—Ah, claro.
La chica se volteó, mientras miraba mal a su amigo.
—Ven conmigo —sin pensarlo la tomó del brazo y la jaló llevándola fuera del pequeño edificio.

—Ay, ¿qué pasa? —se quejó la pelirroja.
—¡No lo sé! ¡no sé qué pasa! —el chico se alteró.
Lucy se encogió ante la furia de su amigo.
—Deberías de buscar a Michael y quedarte ahí con él, no se siente bien —dijo el castaño—. Ve y arregla las cosas —le ordenó.
Ella se cruzó de brazos.
—Yo no tengo nada que arreglar, ustedes se enojaron solos. Soy yo la que no sabe que les pasa —puso los ojos en blanco.
Eso colmó la paciencia de Calum; quería a Lucy, pero Michael era prácticamente su hermano; su lealtad estaba bien definida.
—Bien haz lo que quieras, pero recuerda que quien te defendió en la primaria, cuando esas niñas querían cortar tu cabello, fue Michael, no el idiota de Luke Hemmings.
Lucy se mordió el interior de la mejilla; cuando empezó el tercer año de primaria ella era nueva en la escuela y un día un trío de chiquillas tuvo la ocurrencia de acorralarla para cortarle el cabello porque "era muy bonito y ella no podía tener el cabello más lindo que ellas"; Mikey la había defendido y desde entonces se volvió su amiga y de Calum. Aunque al principio este último no la quería tanto.
—Ah, y para que te quede claro, Luke ya no me parece para nada cool —Hood se dio media vuelta y se fue, dejando a la chica sola.
—¡Lucy! —Hemmings se acercaba corriendo— ¿todo bien?
Ella asintió, lo miró a los ojos y volvió al interior de la cafetería con él.

Mike suspiró, mientras veía a la pelirroja acercarse caminando al lado de Luke.
Apretó los ojos y trotó hacia ella.
—Eh, oye —murmuró cuando estuvo a unos pasos de la chica.
Ella vaciló un segundo.
—Dime Michael.
El chico tragó saliva, lo llamó Michael en lugar de Mikey. Frunció el ceño y pensó en irse, pero tenía que darle el aviso.
—Acabo de hablar con mi madre; le llamó la tuya, te irás hoy con nosotros.
Lucy asintió, mientras Luke se hacía el ausente.
—Está bien —se encogió de hombros y continuó su camino junto al más alto.
Michael maldijo; ella era demasiado orgullosa.

Mikey entró en el auto después de Lucy, cada uno se sentó en un extremo distinto del asiento.
—¿Qué tal les fue? —dijo Karen mientras se asomaba por el retrovisor.
Su hijo se encogió de hombros en silencio.
—Todo bien —habló la chica, ya un poco más animada.
—Me alegro —la mamá de Michael sonrió y puso el auto en marcha.

—Terminé —el chico se levantó y tomó su plato, lo pasó a la barra e hizo amago de irse.
—¿No vas a esperar a Lucy? —le reprendió su padre. Hasta ese momento todos habían estado sentados a la mesa.
—Tengo que ir a hacer pipí —soltó fastidiado.
—¡Michael! —se quejó su mamá.
—No habría dicho nada si solo me hubieran dejado ir —se encogió de hombros.
Lucy mantuvo la vista agachada.

Michael no había tenido más alternativa que llevar a Lucy consigo hasta su habitación. No quería que estuviera allí, no estaba de humor para tenerla allí. Encendió la consola y empezó a jugar cualquier videojuego, ignorándola.
—Mikey —rogó ella.
Él siguió sin prestarle atención.
—¡Michael Gordon Clifford! —se exasperó.
El chico puso el videojuego en pausa y se giró a verla.
—¡No me llames Gordon! —se quejó infantilmente.
—Pues entonces ponme atención —la pelirroja se cruzó de brazos.
Michael negó con la cabeza, puso los ojos en blanco y volvió a seguir jugando.
Lucy gruñó.
Su amigo volvió a poner el juego en pausa, dejó el mando a un lado y se volvió hacia la chica.
—¿Qué es lo que te pasa? —murmuró.
Lucy vaciló.
—¿De qué hablas?
—¿Por qué actúas así?
Ella se removió incomoda.
—¿Así cómo?
Michael entornó los ojos.
—No me evadas.
—No lo hago —se defendió al instante, luego dejó caer los hombros—. Es que, yo, de verdad —volvió a vacilar y luego se quedó callada.
Michael inclinó un poco la cabeza, invitándola a continuar. Ella suspiró.
—¿Hay algún problema con nosotros? —murmuró el chico.
—No, para nada.
—Pero... —el chico tensó la mandíbula y Lucy tragó saliva.
—A veces desearía ser como ellos —murmuró la pelirroja.
—¿Por qué? —cuestionó el teñido.
La chica se encogió de hombros.
—Ellos... encajan.
Michael tomó aire y alzó el mentón.
—Y nosotros no —por un segundo parecía que su voz se había quebrado.
Lucy negó con la cabeza.
—No, no es eso...
El de cabello verde la calló con un gesto de la mano.
—Mikey —insistió.
El chico se giró y tomó nuevamente el control de la consola.
La pelirrojita lo miró de soslayo, parecía que el chico estuviera aguantando las ganas de echarse a llorar.

Notita de Amor ❤️.
Lloren 🌚. Ayer iba a actualizar, pero mi mami se puso intensa :'v 💔. No es por espantarlas, pero ya empecé con la segunda parte de este fanfic 🌚❤️. Ya, es todo 😂. Como ya lo saben, las amo, las adoro ❤️. Gracias por leer, votar y comentar 😍❤️. Muchísimos besos ❤️.
DemolitionGhost.

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