29. [Estoy aquí y no me voy a ir.]

5.4K 421 276
                                    


Fruncí el ceño, confuso por los diversos estímulos que mi cerebro captaba. Mis ojos seguían cerrados y mi cuerpo se encontraba envuelto en las desordenadas sábanas. Mis brazos estaban estirados y mi cuerpo entumecido. Segundos después mi mente comenzó a aclararse a medida que comprendía de qué se trataba todo. Pequeños besos mariposa eran desperdigados por toda mi cara. Sonreí. Sin embargo no abrí mis ojos quería disfrutar un poco más del ciego placer. Al instante, los cosquilleos bajaron a mi cuello, recorriendo mis clavículas y subiendo por mi nuez de adán hasta llegar hasta mi mandíbula, haciéndome soltar un pequeño jadeo. La persona que estaba efectuando tales caricias con sus labios, me otorgó un último beso casto en mis labios.

Y entonces abrí los ojos.

Unos brillantes ojos esmeraldas me dieron la bienvenida junto con una mata de rulos desprolijos y una sonrisa cariñosa.

Mi sonrisa se enganchó más de lo que pude admitir.

No podía negar todo el cariño que se estaba alojando en mi pecho en ese momento. Pasé todo un maldito infierno sin él, al igual que él lo pasó conmigo, y ahora estábamos juntos. O bueno, algo así.

Mis brazos seguían detrás de su espalda. O bien se las había ingeniado para darse vuelta de una forma muy inteligente o bien mis brazos no lo habrían querido dejar ir por nada del mundo. Me gustaría pensar que es la segunda opción.

Sin poder esperar más tiempo, lo atraje hacía mí y cerré los ojos sonriendo, disfrutando, antes de inclinarme a sus labios y besarlo dulcemente. Moví mis manos hasta su cuello y comencé a acariciar sus rulos deshechos. Nuestros labios se movían en una danza suave y rítmica; bocas colapsando una entre la otra gozando del tacto de tocarse. Con el tiempo comenzamos a elevar la intensidad, causando así que abriéramos más y más nuestras bocas.

Tiré fuerte de su pelo mientras lamía su labio inferior y él soltaba un gemido en mi boca, desesperadamente moviendo sus manos hacia mi espalda, uniéndonos más si era posible. Momentos después un dedo índice recorría mi espalda lentamente hacia abajo haciendo la curva de mi espalda baja y llegando hasta aquella zona. No pude evitar retorcerme y arquear un poco la espalda, nuestros cuerpos chocando nuevamente, provocando que nuestras erecciones matutinas se rozasen. Gemimos al unísono y Harry sólo estrujó mi trasero aún más, provocando que colisione de forma continua contra su gran miembro. Me atrajo hacia él en un vaivén insoportable.

No pasó mucho hasta que ambos éramos un desastre gimiendo. Harry comenzó a besar mi cuello y lo lamió y chupó de una forma obscena, pasando su lengua caliente por mis clavículas. Entonces bajé mi pequeña mano e intenté masturbar nuestros miembros juntos, fallando en el intento ya que mi mano no podía con ambos. Mi acompañante levantó la vista por un momento y nuestros ojos se encontraron, una sonrisa burlona en su cara. Un leve sonrojo tiñó mis mejillas pero antes de que pudiera insultarlo por burlarse así de mí sentí como una gran mano tomaba todo lo que yo no pude tomar. Eché mi cabeza hacia atrás y gemí fuerte.

Dios, estaba en el puto paraíso.

Considerando que yo no estaba haciendo nada más que ser un desastre gimiente, me incliné y comencé a besar el pecho de Harry paseándome por sus pectorales y captando uno de sus pezones en mi boca. "Mierda." Lo escuché murmurar y sonreí, porque yo tenía el mismo efecto en él. Sus movimientos comenzaron a volver más rápidos y los míos también, siendo que chupaba, lamía y mordía su pezón erecto.

Acaricié sus pájaros y luego llevé mi mano hasta su culo, apretando una nalga travieso mientras seguía deleitándome con los suaves y roncos gemidos provenientes de Harry. Antes de que pudiera registrarlo su mano se volvió frenética, su propia cadera meciéndose hacia adelante en un vaivén para conseguir más fricción.

☠ Pelea de Egos » Larry Stylinson ☠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora