5. [Como quinceañera enamorada.]

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Liam me siguió y caminamos hasta nuestras respectivas clases.

Él y Niall estaban en el mismo año mientras que yo, era un año superior.

Cuando llegué a mi aula, Liam me hizo una seña con la mano y se fue. La puerta estaba entreabierta.

Me acerqué lentamente y pude escuchar una voz molesta explicando algo relativo a ecuaciones, o algo así. Mi tortura había iniciado.

—Tarde, señor Tomlinson.–Cerré la puerta con un portazo y resoplé ante el comentario.– Disculpe, ¿no va a saludar? ¿Acaso dormimos juntos anoche?

Toda la clase estalló en carcajadas y sólo me dediqué a fulminarlos con la mirada.

«No, viejo verde. Si hubiera dormido con usted anoche seguro habría vomitado.» Pensé.

Me dirigí hacia el último asiento, en la esquina, bien lejos de todo el mundo y me senté.

Saqué mis cuadernos y me recosté en la silla. Segundos después el maestro ya había seguido con su explicación de la tarea que yo no hice.

Aunque nadie la había hecho.

Estábamos ya hartos de estas porquerías de tal manera que era una irresponsabilidad masiva.

Hartos de que los viejos y viejas se aprovecharan de su autoridad y nos mandaran tarea, trabajos con poco tiempo de anticipación y colocaran dos o más pruebas en un mismo día.

Hijos de puta.

Mi mente se dispersó a la vez que mis ocurrencias vacilaban en distintas direcciones.  

Una desprevenida opresión en el pecho hizo que me dieran ganas de llorar.

Mis pensamientos eran imparables y el ardor en mis orbes, incontenible.

Pero no iba a hacerlo.

No enfrente de ellos.

«¿Por qué eres tan sensible?»

«Porque estoy roto. Estoy en un millón de pedazos y no puedo lidiar con el dolor. No más.»

«Pero, ¿por qué quieres llorar esta vez?»

«No sé… tal vez, sólo estoy cansado de toda la misma mierda.»

 

Una batalla naval se desarrollaba en mi cabeza y temía que la gravedad de mis lágrimas me jugaran en contra y se deslizarán por mis mejillas.

Traté de concentrarme en otra cosa.

Traté de dejar de pensar.

Pero no pensar es como dejar de escuchar tu canción favorita antes de empieces a odiarla.

Miré hacia el techo deseando que la hora terminara rápido y pudiera ir al baño a lavarme el rostro o aunque sea para ir a la cafetería a comprar un puto café para relajarme.

El cansancio se instalaba en cada uno de mis tejidos como un recuerdo vivo de no haber podido dormir a la noche.

No ayuda que tenga mi libro favorito en mi mesa de luz o que tenga a las mejores bandas de la historia en mi celular.

O que tenga a dos idiotas mandando mensajes hasta las cuatro de la mañana.

El remolino de palabras seguía presente y comenzaba a dolerme la cabeza.

Estoy retraído tanto física como emocionalmente. Mis párpados quieren caer y mi cuerpo se siente pesado al caminar.

A veces, pienso, que hay días en los que simplemente no puedo más.

☠ Pelea de Egos » Larry Stylinson ☠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora