Prólogo

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2012:

           

-¡Abuelo! -gritó mientras se le abalanzaba.

-Luna, querida -dijo éste mientras la apretaba contra su pecho- te extrañé tanto, aunque ya estoy un poco mayor, no debes ir tirándote encima mío.

La adolescente lo miró con sus ojos verdes, su cabello chocolate estaba recogido en un rodete desordenado, se parecía tanto a ella, y sin embargo no tenía su sangre.

-Luna, tráeme la caja que está en el cajón al costado de mi cama.

Luna fue corriendo hasta la habitación de su abuelo, abrió el cajón y sacó la caja de latón, tenía las iniciales C.L en la tapa, Luna aguantó su curiosidad y se la llevó a su abuelo, ya la querría para algo, y de seguro le mostraría lo que había dentro. Bajó las escaleras despacio, admirando las iniciales, y vio a su abuelo sentado en el sofá de terciopelo negro, mirando a la nada, cuando escuchó los pasos de Luna, se volteó y sonrió.

-Pásamela, es hora de que alguien sepa todo -dijo- no podré irme de este horrible lugar sin que alguien sepa toda la verdad.

-¿Qué cosa abuelo?

Él no contestó, se limitó a abrir la caja y sacar una fotografía. Se admiraba a una mujer hermosa, tal vez la más bonita que ella haya visto jamás. Llevaba un vestido rojo, pegado al cuerpo, sin mangas, llegaba al piso y traía el cabello oscuro en una cola de caballo. Al lado un hombre mucho más alto llevaba un traje hecho a medida, su cabello peinado hacia atrás. Mientras el hombre miraba a la cámara, ella lo miraba a él, con sincera admiración. Eran una pareja perfecta, pensó Luna.

-¿Ves a esta mujer? -Luna asintió- Ella fue el amor de mi vida.

-¿Es la abuela? -el negó entre risas.

-No, no es la abuela.

-Pero, dijiste que era el amor de tu vida...

-No dije que me casé con ella.

-Pero...

-Te contaré una historia de amor, que puede que no creas, aunque te diré que esta mujer -señaló la foto- fue algo que jamás merecí, creo que fue justo que me la hayan arrebatado.

Ella lo miró muda. Él ya tenía lágrimas en los ojos, tal vez por el recuerdo. Y con la voz ronca, dijo:

-Ella se deslizó por mis manos como la arena más fina.

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