Capítulo 17

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   El último coctel. Alex se debe decidir de una vez, y aunque lo intente no puede, o no quiere.

   Porque no importa lo que haga esto igual será una tragedia.

   Y al salir afuera la ve, no como la primera vez, en la que parecía un ángel, ahora parecía el mismísimo diablo, ataviada de negro, y ni un pelo fuera de lugar, totalmente recogido y en su cara no había avistamiento alguno de sonrisas.

   -Hola preciosa.

   -Hola.

   -Lo siento mucho, mis pésames.

   Se limitó a hacer una mueca.

   -Tu amigo se salió de control.

   -¿Por qué?

   Sacude la cabeza y camina hacia la adentro. El la sujeta del antebrazo, ella ríe, al fin.

   -¿Qué quieres? –Pregunta sin mirarlo aún.

   -Que me mires.

   Y cuando lo mira él sabe que no se podrá olvidar de esa mirada, como una gata, y es que ella era así, lentamente te seducía, ella no lo sabía, o al menos eso creía él.

   -La luna se ríe de nosotros.

   -¿Qué dices?

   -Ella me está diciendo que Ania en cualquier momento me pegará.

   -No te entiendo.

   -Y luego se disculpará.

   -¿Qué?

   -La luna no quiere dejar de aparecer, no quiere parar de decirme que te necesito, que no puedo vivir, estar, respirar sin ti, ella está contenta porque descubrió nuestro secreto, pero se burla de nuestra desgracia.

   -¿Estás borracha?

   -Dame de tu tiempo, quiero ver dentro de tus ojos hasta evaporarnos.

   -¿Qué tomaste?

   -Sigue viva, no es tan tonta.

   -No te entiendo.

   -Te amo.

   -Tu...

   -Y te puedo enamorar.

   -No hace falta.

   -Déjame hacerlo.

   -Ya lo has hecho.

   Él se acerca a ella y respira sobre su cuello, ella suspira mientras él va subiendo mientras la acaricia con su nariz, y al llegar a su boca, la besa, pero no es mucho porque ella se aparta, apoya sus codos en el balcón y respira fuerte.

   -Te he extrañado, te amo, y esto es lo más fuerte que he dicho jamás, ojalá pudiera borrarte y borrarlo todo, volver a nacer, volver a crecer, y si no te tengo, volver a morir.

   -No puedo estar tan cerca de ti y que tú en vez de demostrarme todo lo que dices, estés borracha.

   -Quiero vivir en tu piel todo el día, pero me colgarán –ríe- ¿A ti no, verdad?

   -No.

   Chantal camina lentamente hacia adentro, y sube a la habitación de Alexander, pero él no lo sabe, porque al entrar Bianca lo toma.

   -Tienes que hacerlo oficial, o les diré lo de esta mujer misteriosa.

   Alex suspira, lo piensa, da unos pasos y Bianca lo sigue, lentamente camina hacia el centro mientras todos abren el paso, analiza la situación con una sonrisa enorme, digna de admiración, levanta la mano y pide atención.

   -Gracias por venir, por tomarse tiempo de asistir a esta velada tan especial para mí.

   Todos lo miran expectantes.

   -Les presento a mi futura esposa y reina, Bianca Benavent.

   Todos aplauden, ella es hermosa, ellos se sienten en la cima, pero el corazón de Alex está en otra parte, y ni él sabe dónde.

   Chantal aún borracha y enojada, porque Alexander no la siguió, por eso le deja una carta antes de salir corriendo hasta la casa de Ania, dónde tenía pocos días antes de que tenga que salir, pues su dama ya no está.



  Alexander:

   Es que cualquier momento, cualquier lugar, cualquier conversación, cualquier beso o cualquier movimiento me recuerda a ti; cuando estoy sola contigo, solo contigo, me haces sentir bien o me haces sentir mal, pero siempre me haces sentir, siempre.

   Quiero parar de sufrir, parar de llorar, aunque eso significase dejar de amar. Te tenía en mis manos, pero de ahí pasaste a mi ser, y es que no me enamoraste con un beso, una caricia, esto fue más lento, más sentido, menos pensado.

   Te veo, siempre te veo, y te siento, pero tú ya no me sientes, y es que ¿Alguna vez lo hiciste? No lo entiendo, no comprendo, nunca lo hago, en mi corazón solo cabe tu sonrisa y en mi piel solo llevo tus besos, pero ¿Importa? ¿Alguna vez te importó?

   Yo no soy nadie sin ti, sin pensarte, sin motivarme contigo, por ti, para ti, te estoy dedicando mi vida entera, ¿Por qué no la quieres? Ya me han dicho, me han advertido de este peligro, que eres tóxico, pero hay veces que lo único que quiero es que me intoxiques, aunque ya lo hayas hecho, y tal vez sepas que siempre te amaré, tal vez te burles, pero aun así en mi cabeza una historia de amor no sería de amor sin ti.

   Me dijeron que nunca fue nada, pero fue algo para mí, hombre poderoso, así te siento cuando besas mi cuello, atas mi corazón y este intenta salir, pero entonces me vuelves a buscar, a mirar y hasta a besar, ¿Cómo vivir con algo así? Voy de boca en boca intentando encontrarte o incluso perderte, tal vez con los labios de otro tu sabor se apacigüe y tu olor se confunda, tal vez en los brazos de otros me sienta segura y en las palabras de todos encuentre consuelo. Aunque aún si sigo buscando, no voy encontrando, y voy amándote más.

   Estoy respirando algo tan intenso, las luces se van y los días se acaban, las noches son largas, pero las mañanas me matan aún más, pero aún tengo la esperanza de encontrarte a la vuelta de la esquina, con ese ramo que una vez me prometiste, y esa sonrisa de ojos y corazón.

   Necesito liberarme, pero si estás cerca de mí las leyes no sirven ¿Habrá alguna que te condene por haberme dejado así? Ya nadie importa y ya nada importa, sé que puedes hacer algo mágico, solo bésame, solo haz que me sienta segura, solo desátame, solo fúmame, solo ámame, te lo imploro.

   Y aún después de odiarte y amarte, me acuerdo de que fui yo quien hizo lo peor de su vida por otros, y no por la ley de vida, que es el amor.

Amándote,

Chantal.

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