Capítulo 18

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   Le besa despacio, no se sobrepasa, está enamorado, su cabeza es un lío, pero su boca lo es aún más, ya fueron muchas citas de besos vacíos, él quiere algo más, lo necesita, y lo exige.

   -¿Podemos...?

   La pregunta queda suspendida en el aire, ella solo lo hace, ni siquiera le importa, ella no lo quiere, pero aun así está ahí, bajo sábanas blancas, en una mansión que no le pertenece, con un hombre que tampoco lo hace, aun así, ¿Quién es ella? ¿Podrá lograr algo de su vida?

   -Harry, hay algo que te debo contar.

   -¿Qué es?

   -No, déjalo.

   Chantal se recuesta sobre el pecho de Harry, lo ha hecho tantas veces, y siempre sucede lo mismo, una y otra vez, piensa en él.

   -Sé que es un embrollo muy grande, pero quiero que vayas a casa mañana.

   -¿Qué se supone que deba ponerme?

   -Lo que tengas.

   -Lo que tengo –repite.

   Harry le besa la cabeza, no puede imaginarse nada sin ella, ella es todo y su todo.



   Chantal lo piensa, ella debería pensar más, y luego actuar.

   Se coloca un vestido de cuatro dedos por debajo de la rodilla, se peina el pelo como solía hacérselo a Ania, usa el maquillaje viejo de esta misma y lagrimea, y respira hondo, se seca la lágrima y pensando sin casi nada de claridad se dirige a la casa de los Hamilton.

  Tal vez ella no debería... Aunque ya esté allí y tenga mucha curiosidad. 

   Los guardias la ven y al momento en que ella dice su nombre la dejan pasar. Entra por un jardín lleno de rosas y lirios, es todo tan hermoso y delicado, luego pasa por la que supone es la puerta principal de una imponente mansión. De pronto se siente tan pequeña, tan sola, tan valiente, y es que una mujer alta y rubia la conduce hacia una sala pequeña (para el tamaño del lugar), y ve a Harry sentado junto a su padre y a su madre, hablando, cuando Chantal está allí le sonríen los tres y Harry se levanta, lleva una rosa roja en su mano izquierda, la otra va en su bolsillo, mira a sus padres y sonríe. Se arrodilla.

   -Chantal, he estado tan enamorado de ti, tanto tiempo, tantas veces he querido todo, todo de ti y darte todo de mí, tantas veces quise decirte este amor, tantas veces quise mencionarte que este corazón no siente alegría si no es contigo, decirte que no puedo pensar en otra cosa, en otra persona que no seas tú, he hecho todo lo que pude para tener esta oportunidad aquí contigo, y la pregunta que está presente desde la primera vez que te vi es una muy sencilla, pero la más difícil a su vez, ¿Quisieras casarte conmigo?

   Ella no lo puede creer, alguien quiere quererla por siempre, alguien está dispuesto a dar todo por ella, a estar junto a ella, alguien la ve como algo más que un objeto, como algo más que una sirvienta de clase C, alguien la ve como es, con sus altos y bajos, con todos sus arrebatos de locuras y amor. Alguien la quiere de verdad.

   Tal vez sea por eso o por otra cosa, pero lo hace:

   -¿Aún dudas de mi respuesta? –Lagrimeando exclama desde el fondo de su alma- ¡Sí! –Aunque su corazón está diciendo a gritos que no- Claro que sí.

   Harry se levanta de un salto y la hace girar en el aire, y al bajarla la besa y sonríe. Todos están aplaudiendo felices, aun cuando Chantal sólo puede pensar en que Alexander le había dicho que no se podía casar con ella por su clase.

   Lloraba, y aunque todos pensasen que de felicidad, lo hacía de tristeza.


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