Capítulo 1

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1945

Era un joven desesperado.

Alexander McFly estaba sentado en el sofá de terciopelo negro de la sala de estar, leyendo documentos del estado, practicar para ocupar el puesto de su padre lo estaba agotando, era demasiado para él, que era muy joven aún. Además, los problemas del país eran infinitos, jamás estuvo tan intranquilo y en cierto modo no debería estarlo, necesitaba una distracción urgente, así que se levantó y colocó los documentos sobre la pequeña mesa de madera del centro, y se dirigió a la cocina, sus padres nunca iban allí, siempre pedían que se les trajera la comida adondequiera que estuviesen, a él le gustaba ir de aquí para allá para aliviarse un poco, tan solo un poquito.

Cuando estuvo cerca de la cocina escuchó risas y murmullos, el corazón se le fue a vuelo, se apoyó contra la pared del pasillo y sigilosamente se acercó, la puerta estaba entreabierta y miró, desde su posición a Sophie, la cocinera, una chica menuda y tranquila, con los ojos y el cabello oscuros, sentada sobre la encimera, besándose con alguien, éste era alto y rubio, pues sólo se le veía desde atrás, el hombre se separó y habló, que inconfundible voz tenía, el hombre de sus problemas.

-Sophie, querida, te he extrañado tanto, estos meses que estuviste fuera solo pensaba en volver a tus labios -dijo su padre.

-William, no seas tan adulador, sé que sólo me quieres porque tú no amas a tu esposa, ¡Pobre mujer, imagínate! -la voz de la cocinera solo hizo que a Alex se le subiera la bilis por la garganta -Ni te imaginas lo que te extrañé, pero creo que también deberías tener un poco de consideración por esa pobre mujer.

-La única mujer que me importa eres tú.

Alexander sabía que su padre engañaba a su madre, pero no sabía que fuera tan malo, escuchar eso lo puso más de los nervios de lo que ya estaba. Corrió escaleras arriba y fue a su habitación, cerró de un portazo y le echó pestillo. Y ni decir que su madre aguantaba esto siempre, debe dolerle, pensó. Se sacó el traje, la camisa y la corbata, que lo estaban matando, cogió un par de pantalones y una camisa negra, y entró al baño, ya dentro se sacó su última prenda de ropa y dejó que el agua corriera por su espalda, suave. Él odiaba eso de su padre, no era honesto, y siempre le había parecido un hombre cínico. Echó la cabeza hacia atrás y el agua ahogó sus negros cabellos con súbitas gotas, cuando se sintió completamente descargado se secó y vistió, se acostó en su cama  y agarró el libro que estaba en la mesa de luz de al lado, leyó unos treinta minutos,  luego lo guardó y se fue a a la sala de estar de nuevo, esta vez creía que su padre ya habría terminado. Bajó y aguardó unos segundos detrás de la doble puerta, luego las abrió.

-Justo a tiempo Alexander -dijo su madre.

-Siempre soy puntual.

-Hijo, esto es serio, tenemos algo muy importante que decirte tu padre y yo.

-Díganlo.

Se miraron entre ellos y fruncieron ceños, él tenía la camisa afuera, pero claro, ella jamás lo notaría, o hace como que no.

-Bueno, hijo, estás por cumplir veinticuatro, y sabes bien que en este país, para heredar el trabajo de tu padre debes casarte, así que, organizaremos cócteles, sin definir sus fines, para que encuentres a una bonita y refinada dama A, porque sabes que las damas B o C no podrán estar contigo. Haremos cinco fiestas, tienes eso a conseguir una prometida, si tardas, nosotros te casaremos.

-Ya hemos hablado de esto madre, no.

-Lo harás, buscarás pareja, y te casarás, heredarás el dinero de tu padre, tendrás hijos, y serás fiel y feliz, como él.

William se movió incómodo en su asiento, y Alex rió por lo bajo.

-Conoceré a la mujer de mi vida, entonces -dijo con ironía.

-Lo harás.





-Me dijeron que subirán los impuestos, ¿No?

-Eso no lo sé.

-Tranquilo Alexander, debes hacer sacrificios por el país.

-Ya me lo dijeron.

-Iré con mi esposa, disculpe.

La fiesta era de lo más aburrida, pensó Alex, la gente caminaba con elegancia innata, eran muy falsos, y las mujeres muy chismosas, todos eran demasiado mecánicos. Estuvo un buen rato con Souffiane, su mejor amigo, que por cierto estuvo bastante tiempo presentándole futuras "esposas", inimaginable.

Comienza a deambular por la sala, todo es muy aburrido, la gente se apoya en las paredes, y las mujeres no prueban la comida, es un desperdicio, los hombres maduros vienen aquí con su amante, y hacen las mismas preguntas una y otra vez.

Alex quiere salir de la sala, está asfixiándose cuando sale por la puerta.

Y ve entonces un vestido blanco apoyado contra la barandilla del balcón, mientras su cabello negro caía por sus hombros, solo la veía de atrás, porque ella es bonita, y ya desde atrás.

-Debería hablarle -dijo susurrando sólo para él.

Ella se removió en su lugar.

-Hola Preciosa.

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