Capítulo 12

50 5 0
                                    

   Chantal no paró de llorar. Sus lágrimas saladas estaban a todas horas, y la botella de alcohol siempre estaba cerca. El dolor que le causó Alex al no ir a su cita fue inmenso, y más al darse cuenta la locura que había hecho, si le hubieran descubierto estaría siendo ejecutada.

   -¡Chantal!

   -¿Ania?

   -¿Te crees que te buscará si estás así?

   -Pues...

   Ania le arrancó la botella y la escondió, luego la tomaría ella.

   -Hoy hay una fiesta en la casa de los Benavent, te arreglarás e irás conmigo. Sin excusas.

   Había sido buena con Chantal, toda la semana, desde el día en que Chantal le trajo su café con sal, Ania entonces lo supo, y ella sí que sabía de corazones rotos. La cuidó como siempre Chantal hacía, porque la quería en el fondo, solo que a veces ella salía de sí misma, esa semana se mantuvo cuerda.

   Luego de todo un alboroto y mucho maquillaje llegaron a la fiesta. Todos se giraban al tiempo en el que ellas pasaban, parecía irreal. Y es que parecían de otro mundo, demasiado bonitas, largaban una luz que nadie podía apartar la vista del todo.

   Charlaban y bebían, bailaban y disfrutaban, se divertían sin barreras.

   Alexander llegó y casi nadie le atendió, fue muy extraño para él, ya que siempre es el centro de atención, entonces fue a ver que estaban viendo todos, y la vio, su nombre se le vino de repente, Chantal, y ella estaba bailando con Harry. Parecía que estaban en su propio mundo.

   Chantal fue a tomar una bebida cuando de repente sintió que alguien la tomaba del antebrazo, Alexander la tomó y la llevó a un cuarto vacío, nadie los vio.

   -¡Suélteme!

   -Explícame que hacías con él.

   -No tengo nada que explicar.

   -¡¿Por qué?!

   -Deja de gritarme -levanto la mirada que lo corto en pedacitos, el la soltó- No puedo salir con él, es un A, y tú eres el que me dejó plantada.

   Alexander maldijo, esa noche había estado con otra mujer, no se arrepentía.

   -¿Puedo irme?

   -Claro.

   Chantal se sintió poderosa, y arrastró su vestido plateado, que tenía la espalda completamente descubierta, por el salón hasta encontrar a Harry. Le tocó el hombro y le susurró al oído.

   -Hoy, once treinta, llévame a tu casa.

   Él no respondió, y miró su reloj mientras ella se iba con Ania, eran las once en punto, aún faltaba, estaba oficialmente ansioso.

   Ania estaba más que coqueta con Mark, y tal vez estaba un poco borracha.

   Mientras, Alex volvía con Bianca a charlar, con la mirada fija en Chantal.

   -¿Sientes algo por ella Alex?

   -No Bianca.

    A lo largo de la noche las miradas de Chantal hacia Alexander eran seductoras, él le siguió el juego, aunque de su brazo estaba la anfitriona.

   Llegaron las once y treinta, y Harry agarró a Chantal del brazo y la subió a su automóvil.

   No intentó sobrepasarse, se conocían, pero nadie lo sabía.

   Llegaron, y subieron a la habitación.

   -¿Estás bien? -dijo abriendo una botella de champagne rosado.

   -Como siempre.

   -No te ves bien.

   -Pues si lo estoy.

   -No te creo, Ania me dijo que estás mal.

   -¿Y tú cómo estás? -dijo tomando un trago de la botella que Harry le pasó- Te ves...

   -Enamorado, lo estoy -la miró fijamente- ¿Quieres saber de quién?

   -No.

   Chantal le agarró del cuello de la camisa, ya se habían hecho esto antes, complementarse era normal, y tocarse era su cielo.

   Él le quito el revelador vestido y ella lo tiró a él en la cama, sus prendas fueron desapareciendo, y con cada caricia se perdían, parecían dos locos y es que lo estaban de tanta lujuria. Esa noche no solo se curaron, sino que también volaron fuera de esa habitación hasta que el sol apareció.



   Chantal se vistió y salió dejándolo a él ducharse, le pidió al chofer que le lleve a la casa de Ania, la resaca era increíble.

   Bajó y agradeció. Entró por detrás, se puso su ropa de trabajo y fue directo al salón.

   -Hola, Chantal, me parece que ahora has llegado.

   -Hola, Alex.


Un Millón De Estrellas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora