Capítulo 6

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   -Sólo quiero hablar con usted.

   -Ya le he dicho que no quiero hablar.

   -Sólo un momento.

   Ella le miró con descaro, él prácticamente le había insistido toda la noche y ya le estaba hartando, si hablaba con él tendría una oportunidad de esclarecer mejor las cosas.

   -No abuse.

   Él sonrió y unos pequeños hoyuelos se formaron en sus mejillas.

   -No se arrepentirá.

   Él ofreció un brazo a Chantal, quién no se negó y caminó a su lado con la cabeza en alto, como si fuera una A; la gente se preguntaba quién era ella.

   Alexander los llevó hacia un salón más pequeño y la hizo sentar en un sillón, él se sentó a su lado y la miró, notando las ojeras apenas perceptibles debajo de los ojos y se preguntó por qué las tendría, el también vio las uñas rotas en sus manos apoyadas en el regazo e intentaba buscar una razón por las que las tendría así, pero no había nada razonable, se fijó en su cabello de puntas quebradas y lo flaca que estaba, y no supo que la había estado mirando demasiado tiempo.

   Chantal carraspeó y el levantó la vista hacia sus ojos.

   -¿Y bien?

   Alexander frunció el ceño.

   -Iba a decirme algo -dijo ella.

   -Quiero que no se asuste.

   -Diciéndome eso sí me está asustando.

   Él rió.

   -¿Podemos tutearnos?

   -¿No dejará de insistir verdad?

   -Creo que no.

   -Está bien.

   -Chantal... -tomó una bocanada de aire- quisiera verte a solas.

   -Qué dices -dijo ella con los ojos como platos.

   -Verás, creo que podrás ser la indicada.

   -¿La indicada?

   -Sí.

   Ella lanzó un bufido mientras Alexander se rascaba la nuca. Y de la nada ella rió.

   -No creo que sepas nada de mí.

   -Eso no interesa, tendremos mucho tiempo para conocernos luego y...

   -No soy lo que crees que soy, Alexander.

   -Pero...

   -No soy una A -soltó esto de mala gana, esto pilló desprevenido a Alex.

   -Yo pensé que...

   -Eso, pensaste, soy una C, ¿sabes?

   Él la miró.

   -¿Aún quieres casarte conmigo? -dijo ella- ¿sabiendo que no traigo una fortuna conmigo? ¿Sabiendo que trabajé desde siempre?

   -No es eso, es que...

   -Es que eres un idiota, ¿verdad?

   -¡No!

   -Déjame decirte que sí, porque...

   -¿Me podrías dejar hablar?

   -Tal vez.

   -Atiende, no puedo casarme contigo porque soy un heredero, y...

   -¿Un heredero al trono? ¿Un hijo de alguno de los tres reyes?

   -No puedo casarme con una clasificación inferior a la mía...

   -No importa.

   Se quedaron en silencio estudiándose mutuamente.

   -Yo sólo quería enamorarme -Dijo él - Pensé que tú...

   -Pudiste haberme preguntado –Respondió ella fulminándolo con la mirada- Tal vez yo no quisiera enamorarme.

   Entonces ella se levantó y huyó de ahí.

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