-Sólo quiero hablar con usted.
-Ya le he dicho que no quiero hablar.
-Sólo un momento.
Ella le miró con descaro, él prácticamente le había insistido toda la noche y ya le estaba hartando, si hablaba con él tendría una oportunidad de esclarecer mejor las cosas.
-No abuse.
Él sonrió y unos pequeños hoyuelos se formaron en sus mejillas.
-No se arrepentirá.
Él ofreció un brazo a Chantal, quién no se negó y caminó a su lado con la cabeza en alto, como si fuera una A; la gente se preguntaba quién era ella.
Alexander los llevó hacia un salón más pequeño y la hizo sentar en un sillón, él se sentó a su lado y la miró, notando las ojeras apenas perceptibles debajo de los ojos y se preguntó por qué las tendría, el también vio las uñas rotas en sus manos apoyadas en el regazo e intentaba buscar una razón por las que las tendría así, pero no había nada razonable, se fijó en su cabello de puntas quebradas y lo flaca que estaba, y no supo que la había estado mirando demasiado tiempo.
Chantal carraspeó y el levantó la vista hacia sus ojos.
-¿Y bien?
Alexander frunció el ceño.
-Iba a decirme algo -dijo ella.
-Quiero que no se asuste.
-Diciéndome eso sí me está asustando.
Él rió.
-¿Podemos tutearnos?
-¿No dejará de insistir verdad?
-Creo que no.
-Está bien.
-Chantal... -tomó una bocanada de aire- quisiera verte a solas.
-Qué dices -dijo ella con los ojos como platos.
-Verás, creo que podrás ser la indicada.
-¿La indicada?
-Sí.
Ella lanzó un bufido mientras Alexander se rascaba la nuca. Y de la nada ella rió.
-No creo que sepas nada de mí.
-Eso no interesa, tendremos mucho tiempo para conocernos luego y...
-No soy lo que crees que soy, Alexander.
-Pero...
-No soy una A -soltó esto de mala gana, esto pilló desprevenido a Alex.
-Yo pensé que...
-Eso, pensaste, soy una C, ¿sabes?
Él la miró.
-¿Aún quieres casarte conmigo? -dijo ella- ¿sabiendo que no traigo una fortuna conmigo? ¿Sabiendo que trabajé desde siempre?
-No es eso, es que...
-Es que eres un idiota, ¿verdad?
-¡No!
-Déjame decirte que sí, porque...
-¿Me podrías dejar hablar?
-Tal vez.
-Atiende, no puedo casarme contigo porque soy un heredero, y...
-¿Un heredero al trono? ¿Un hijo de alguno de los tres reyes?
-No puedo casarme con una clasificación inferior a la mía...
-No importa.
Se quedaron en silencio estudiándose mutuamente.
-Yo sólo quería enamorarme -Dijo él - Pensé que tú...
-Pudiste haberme preguntado –Respondió ella fulminándolo con la mirada- Tal vez yo no quisiera enamorarme.
Entonces ella se levantó y huyó de ahí.
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Un Millón De Estrellas
القصة القصيرةCuando dos almas rotas están destinadas a encontrarse, dos personas que no quieren ni deben sentir, dos seres que buscan más de lo que tienen, ¿Podrían quererse? ¿Podrían empezar a curarse entre ellos? Y es que muchas veces tenemos toda una vida...