Capítulo 16

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   Ania camina despacio, no quiere hacerlo, han pasado tres meses de esa carta, y aún no comprende, ¿Por qué?

   No comprenderá jamás, y se empieza a notar.

   La vida tiene cosas buenas y malas, prefiere hacer esto a humillarse. Le esperan del otro lado. La vida, la muerte, todo en la desgracia es malo ¿No es así?

   Todos creemos que tener lo que queremos es lo mejor, y aunque sea así, todo en exceso es malo, debemos comprender que hay cosas que no se pueden revertir.

   Ania abre la puerta con la lentitud más grande.

   El borde del precipicio, como la gente la va a mirar, cómo ella va a vivir con esa carga en sus hombros.

   Amar y perder, lo mismo de siempre, Ania no quiere lo normal, no se quiere separar de eso, que está creciendo dentro de ella. Y no lo hará.

   Se mira en el espejo, y ve reflejos, en sus ojos está la mirada de alguien más.

   Y está pensando demasiado, así que lo plasma en una nota:


Esto es lo más difícil que he hecho, tal vez no tenga motivos aparentes, pero esto me está matando.

Nadie puede definir nuestro tiempo de vida, pero sí con quien pasamos el presente, y yo decidí mal.

Amo todo lo que veo, y vi tantas cosas que jamás imaginaría.

Pero cada cosa tiene su costo.


   Deja la nota sobre su buró.

   Agarra el cuchillo que sacó de la cocina.

   Un pequeño corte primero, va sintiendo el dolor, pero ella no quería sufrir, aunque sienta que deba castigarse por sus pecados.

   Hay más detrás de esto de lo que se ve.

   Y cuando realiza el corte fatal, solo puede pensar que amo tanto de la vida, y que lo tuvo todo y lo perdió.



   Y pasa el tiempo, nunca se detiene.

   Qué triste es no tener a quien culpar, aunque sepas quien rompió el corazón de aquellas personas que lloran.

   Ha pasado un tiempo de la muerte de Ania y Chantal aún no sabe a quién culpar.

   Chantal está ahí, ni viva, ni muerta, y aunque ella vea su pasado, no ve el futuro, que al fin y al cabo es el más importante.

   ¿Quién la está ahogando? ¿Por qué ella tiene que hundirse sola? Pero sabe que no hay quien dirija la marea.

   Y llora.

   Necesita otra historia, como para sacarse el peso de los hombros. Ella quisiera algo sincero, y esta vez no necesita otra mentira perfecta.

   Que asombroso y horrible es la forma en la que pasó todo esto. No tiene razones, no tiene vergüenza, y tampoco alguna familia a quien culpar.

   ¿Cómo puede levantarse sin romperse? Si eso es demasiado para ella, y eso le duele como el infierno.

   Tal vez Alexander se olvidó de que sus besos le tocaron su piel, aunque eso quedó en el ayer. Quizá se le olvidó decir que le quería, ese día.

   Ania, la extraña tanto.


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