Prólogo.

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Canción: Eres mi religión-Manà



Ella:


La noche fue mágica, me amo como nunca y pude sentirlo, por fin sentí la plenitud que tanto quería; luego de entregarnos nos dormimos completamente desnudos abrazándonos, y junto a el dormí tranquila y completamente satisfecha, junto a él me sentía segura e invencible, nada podía pasarme, al menos nada malo, el hacía que me sintiera completa, perfecta, amada, bonita, y como él decía, un ángel en carne y hueso, que siempre estaría para alegrarlo solo a él y a nadie más.


La luz del sol se coló por las cortinas, pero no quería pararme, fue sencillo ignorarlas, él se puso de pie, yo le daba la espalda y estaba acostada boca abajo, el rodeo la cama, yo tenía los ojos entreabiertos y vi como su cara se acercaba y me plantó un beso en la frente, como el sabía yo adoraba porque sentía que me brindaban protección, luego sonrió, me contempló unos segundos y ya con unos bóxer puestos se alejó y se fue, al verlo pensé en todo: Cuando nos conocimos, la manera en que nos conocimos, como fue nuestro primer beso, la primera vez, las veces que lo veía jugar con Esteban y como lo convencía de no decir nada a mis padres, cuando conoció a mis padres, lo que contestó cuando mi padre le pregunto sus intenciones, la vez que me desmayé y él pudo cargarme hasta el hospital y al verlo estaba todo sudado, el primer te quiero, el primer te deseo, el primer te amo y el primer te necesito, el primer insulto, el primer cumplido, el primer roce de miradas, el primer suspiro y la primera vez que brotaron chispas que ninguno pudo evitar, ahora pensaba en lo perfecto que era lo que estaba viviendo, en que la última vez que lo vi seguramente estaba dirigiéndose a la cocina a prepararme un desayuno como sabía me encantaba, y después me lo traería a la cama para que lo disfrutáramos juntos, todo era hermoso y ahora solo pensaba en cuantos errores cometí, las veces que trate de alejarlo para que no sufriera...dios, fui masoquista, pero ahora solo podía estar junto a él, probarlo, disfrutarlo, me sentía mejor, no importaba lo que los doctores dijeran, contaba con la mejor medicina: el amor; me había equivocado, bastante, pero ahora sabía que ni la muerte nos podría separar.  Mientras que intento conciliar el sueño solo puedo pensar tres cosas:

Felipe, eres lo mejor que me ha pasado, no me arrepiento de nada, y estoy loca por ti, estaré junto a ti por siempre y ni la muerte podrá separarnos.

Felipe, fuiste mi único acierto.

Felipe, te amo.








Mi Único Acierto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora