Capítulo 18.

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Ella:

¿Acaso era justo? ¿Acaso era correcto? ¿Acaso no lo viste? Estaba destruido. ¿Acaso no lo ves? Lo sigue estando. ¿Acaso no te importa? ¿Acaso eres así de egoísta? Maldición.

No era justo, tampoco correcto, lo vi, claro que lo vi, acabado, y claro que al mirarlo veo que ese sentimiento no se va; por supuesto que me importa, lo suficiente para sufrir por él; no soy egoísta, no lo suficiente para dejarlo ir, pero tampoco para dejarlo sin mi.

-¿Me traes más agua por favor?-Mi hermano, su dulce voz. Asentí y ese movimiento hizo que mi cabeza retumbara, él lo notó, la energía que su cuerpo de seis años ahora invadido por la gripe le brindaba fue suficiente para ir por su agua y traerme un vaso a mi.-Ten, te traigo las pastillas si quieres.

-No, tu estás enfermo, acuéstate, sino no puedes volver a entrenar nunca.

-Entonces no me voy a acostar nunca.-Esa alegría, se podría ir momentáneamente, gracias a mi ¿Acaso era tan egoísta?

-Acostémonos los dos, ven.-Mi hermano a mi lado, ahí debía estar, él a mi lado, yo junto a él.-¿Qué te dijeron mis papás antes de irse a trabajar?

-Que no me pegara mucho a ti, pero no les hice caso en eso, no les cuentes ¿Vale?

-Vale.-solté una risita por nuestro "gran secretito"-¿A qué hora llegan? 

-Como a las tres mi papá viene a almorzar y se va, a las seis llega mi mamá, y mi papá dijo que no hagas almuerzo, que él trae algo para comer.-Me tocó la nariz en un gesto dulce, sus deditos de seis años en la nariz de una muchacha de 20. 

Vimos televisión toda la mañana, prestar atención a los programas me costó demasiado, la cabeza se mataba no sólo soportando el dolor, sino además pensando, tanto en qué pensar, una respuesta tan obvia...Debía ser chiste.  El celular me sacó del tormento que en ése momento mi mente producía.

-¿Aló? 

-Angelito bello, ¿Me harás un milagro?-Su voz, su forma de decirme "angelito", inspiró una sonrisa bobalicona por la cuál mi hermano se burló y rió de forma pícara.

-Dime cuál es y veré si puedo.

-Uno tan simple como verte.

-Con gusto, será un milagro para mí también, te espero a las cinco.

-Vale, salgo a las cuatro de clase, si llego antes abres la puerta.

-¿Y si me estoy bañando?

-Sería agradable verte sin toalla, así te seco yo. Te amo cielo, un beso.-Y colgó, a los dos segundos un mensaje llegó:

Felipe 12:04 a.m.

"Mejor te mando un millón de besos, así te los pago todos cuando llegue."

A las tres mi papá llegó, me dio un beso en la frente, un abrazo fuerte, reconfortante, de esos que alimentan el alma. Trajo una especie de pollo desmechado dentro de un pan en forma de plato con una salsa extraña, estaba delicioso, nos contó historias durante la comida, nos hizo reír, lo vi más contento, lo vi más alegre, me miró con más amor que siempre, sus ojos brillaban, ¿Y qué pasaba si dejaban de hacerlo? No era justo.

Luego de comer se fue a trabajar, al despedirse otro abrazo, otro beso en la frente, unas cosquillas, y un te amo al oído antes de irse, cuanta sencillez y felicidad, vaya hombre de familia. ¿Acaso era tan egoísta?

Me metí a bañar a las tres, Juanes estaba dormido, los medicamentos profundo; la ducha me dio suficiente tiempo para pensar:

Pasó un año desde que Leo murió, o bueno, estábamos a un mes de eso.

Mi Único Acierto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora