Capítulo 20

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Ella:

El doctor me había dado de alta, Felipe me llevaría a mi casa para dar la noticia, mi papá había dicho que me recogería pero le dije que esperara. En el taxi ninguno hablo: Él, algunas veces me miraba, sentía sus ojos clavados en mi, no quería que me viera mordiéndome la lengua teniendo que aguantar la emoción, yo lo mire sólo una vez, se quitaba una lágrima que caía por su mejilla, desvié la vista rápidamente, ese simple gesto me aniquiló, era demasiado perfecto, y no sabía si en verdad lo merecía, no estaba segura, no lo creía, es más, lo sabía, pero lo amaba lo suficiente como para ignorar esos detalles que al lado de mi sentimiento eran completas pequeñeces a las que no pensaba darle importancia, no más importancia que a él, no más importancia que a lo que habíamos vivido hasta ahora, no más importancia que al anillo, no mas importancia que a la boda, no más importancia que a nuestra boda.

-¿Vale?-el tráfico estaba terrible, tardaríamos otro poco en llegar, giré hacía él cuando lo oí hablar por teléfono.-Si...ya...Te espero...En la casa de Laura. Te quiero.-Colgó, me sonrió y apretó mi rodilla, Valeria también recibiría la noticia, no sabía que tan bien le caería, no sabía si ella quería pensar en bodas, pero tampoco dejaría fura de esto a un ser tan importante como ella. Cuando llegamos sentí un gran vacío en mi estómago, sabía que Felipe le agradaba a mi familia, sin embargo no estaba segura de cómo lo tomarías, después todo éramos aún jóvenes, claro que eso era una ventaja, pues tendríamos más tiempo para estar juntos, y aunque nunca sería suficiente, no dejaba de ser necesario.

Bajamos del taxi, pagó y parados en frente de la puerta me apretó la mano, la besó y luego comenzó a caminar hacía adentro  llevándome con él, a su lado, de su mano, como estaríamos siempre.

Al abrir la puerta Valeria estaba sentada en el sofá hablando con Esteban, no se veía muy contenta, pero no tan triste como antes, sabía que no era fácil.

-Princesa-mi papá me abrazó y me ayudó a sentarme en uno de los sofás, Felipe se sentó en el brazo del mismo, mi madre me sonrió con cariño desde el otro asiento, mi mamá una vez me dijo que tenía que ser fuerte, que tenía que emplear mi fuerza para curarme, que no importaba que me sintiera débil, yo usaría mi propia fuerza para recuperarme y cuando estuviera débil ella me daría la suya, sin embargo, con el paso del tiempo me di cuenta de que quería mantenerse fuerte para darle fuerza a los que quedaran luego de lo que sabía, consideraba inevitable, sin embargo, toda la fuerza que necesitaba se encontraba a mi lado, con una hermosa sonrisa, unos hermosos ojos, un cuerpo perfecto, un ser perfecto...

-Tenemos algo que decirles...-dije sin más, Esteban iba  a saludarme pero en cuanto dije eso Valeria le susurró algo al oído y el se me miró sorprendido y luego se sentó, la miré a ella, me dedicó una mirada comprensiva, me dijo con sus ojos: Te apoyo.

-La amo...-Felipe tomó la palabra.-Nosotros somos jóvenes, a esta edad en la época de universidad...En fin, es difícil que alguien sostenga una relación verdadera.-Me miró, clavó su mirada en mi y tomó mi mano, aquella dónde había colocado el anillo.-Recuerdo que casarme era una cosa que haría si mi vida dependiera de ello, ya saben, estar con una sola persona, despertar viendo sólo a esa persona, siendo ella la única que ocupe tus pensamientos y...ahora sé que me vida no sólo depende de ello, sino que además disfruta de hacerlo y...por eso, pedí la mano de Laura, porque quiero compartir con ella el resto de mi vida, quiero que ella comparta conmigo el resto de la suya...-Al decir eso último me miraba, los observé a todos.-Nos vamos a casar.-Mi padre comenzó a llorar y sonrió, sus ojos verdes se iluminaron con inmensa alegría...Mi madre, en ella vi...¿Enojo? Su expresión no era clara pero definitivamente no era aprobación lo que cruzaba por su mente...Esteban...Mi pequeño tenía su boca en "O" y sus ojos eran un completo: Hiciste lo correcto, él no es malo. Valeria...ella lloraba no miraba a nadie, mi padre vino a abrazarme, Esteban hizo lo propio, todos daban cariño, mi madre abandonó la habitación, Valeria seguía llorando mirando al piso, luego de un momento cuando mi padre le daba su aprobación a Felipe ella me miró, sonrió y me dedicó de nuevo esa mirada que me daba apoyo, y que decía: Sé que esto no es correcto, pero no lo discuto porque estoy de acuerdo, su mirada me apoyaba, simplemente porque ella me entendía.

Mi Único Acierto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora