Capítulo 10

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Él:

Al salir de las clases mas aburridas del mundo: Contabilidad Selectiva y Electiva en Humanidades salí a la puerta con una gran sonrisa esperando a que Laura saliera.

-¿Por qué no viniste a clase?-Miguel interrumpió mis pensamientos.

-Ya no estoy en comunicación.

-¿Cómo? Pensé que tú serías el próximo Jaime Garzón de este país.-Solté un suspiro de resignación.-Bueno, ¿A qué te metiste?

-Administración.-abrió los ojos como platos, y para ser honestos, yo tampoco lo creía.

-Bueno, por lo menos tendrás un amigo periodista que es gay, ¿Cuándo se ha visto eso? Además, sí tienes éxito como empresario, yo no tendré que trabajar y tú me vas a mantener.

-Ten fé y espera sentado, amigo.-soltó una carcajada, al llegar a la entrada Miguel siguió y se detuvo al percatarse de que no lo seguía.

-¿Vienes?-negué con la cabeza al tiempo que sonreía al pensar en la razón.

-¿Por q...-se detuvo y se quedó viendo atrás de mi, luego sentí el tacto sobre mi brazo, me giré y me topé con Laura.-Pásenlo bien.-y siguió su camino.

-¿Lista?-asintió y me indicó con la mano que siguiera, yo la tomé y la jalé, caminamos hasta llegar a un restaurante, era de mis favoritos, daban comida italiana, esperaba le gustara. Al entrar Laura ni siquiera miro la carta y se apresuró a pedir una pasta a la bologniesa,  yo ordené un pollo gratinado con un nombre muy extraño que no recordaba, charlamos de cosas superficiales, a veces alguno soltaba un comentario gracioso, en algún momento dije algo que hizo que Laura riera de una forma encantadora, me perdí en sus gestos, en especial en esos pozos verdes que expresaban alegría, una real; su nariz arrugada y su amplia sonrisa, su boca curvada hacia arriba emitiendo el sonido mas hermoso.

-¿Pasa algo?-preguntó aún entre risas al notar que la estudiaba. Me apresuré a negar y me concentré en la comida que había llegado hace no mas de diez minutos, Laura hizo lo mismo, ambos estuvimos sin hablar el resto de la comida, pero no era un silencio incómodo, al parecer para ambos era suficiente la compañía del otro. Al terminar, la mesera se acercó y dejo un papel con el precio en éste.

-Te espero afuera.-anunció mientras se ponía de pie, la detuve por el brazo e hice que girara hacia mi.-¿Qué?

-¿Con qué pago?

-¿Disculpa?

-Bueno...no traje dinero.

-Yo tampoco.-sólo quería molestarla, pero para mi sorpresa se rió en lugar de gritar histérica.-¿Qué hacemos?

-¿Sales primero?-negó con la cabeza, se acercó y me beso, muy cerca de mi boca dijo que salieramos besándonos del restaurante, cosa que hicimos complacidos.

-Gracias.-dijo Laura al pasar por la caja, el hombre sonrió y asintió, casi lo lograbamos pero el mesero se dio cuenta de que no habíamos pagado. Maldito. Al notarlo, Laura me tomó la mano y salimos corriendo, lo hicimos por un buen rato, luego ella se detuvo sin parar de reír.-Ya puedo morir en paz.-No entendí el por qué de su comentario, pero no pregunté nada; caminamos en silencio por un rato, su respiración, el sentir su cercanía, eran cosas suficientes para calmar la tensión que un silencio podría provocar.-Me tengo que ir.-dijo después de un rato, fuimos hasta su casa, me contó algunos chistes muy malos en el camino y algunas anécdotas de su niñez y de la de su hermano, quién por lo que me contó sólo hablaba de las cosas que no le gustaban, pero las contaba de una forma en las que hacía que todo pareciera digno de una serie de televisión.

Mi Único Acierto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora