Trabajo para el diablo (ChanBaek)

XLIII

Lo tan esperado... O bueno, una parte de ello (?). Vayan a leer ♥.

Yixing leyó el papel que sostenía entre sus dedos por enésima vez. Las letras escritas en negro estaban corridas y eran desprolijas, le causaban inseguridad, pero con esfuerzo logró llegar a la conclusión de que aquella ce en realidad era una e y que aquellas dos sílabas en realidad no estaban separadas, más bien era un pequeño fallo de escritura. Suspiró pesadamente, parecía que Kyungsoo lo había hecho a propósito.

Se detuvo a observar los alrededores; se trataba de un espacio obviamente rural, repleto de aquella sensación acogedora de tranquilidad y bienvenida tan característica de tales lugares, los pueblos solían despertar ese tipo de emociones. Todo estaba callado, sólo se oía el trino de los pájaros, ni siquiera autos molestaban. Acostumbrado a la ciudad, tenía que aceptar que era bastante relajante, al punto de considerar vivir allí una larga temporada para amainar el estrés, desde su punto de vista sería el mejor remedio para cualquiera.

Por eso, en cierto punto, comprendía a Chanyeol.

La desastrosa caligrafía de Kyungsoo (un punto en contra del chico considerando que era superdotado con un CI de tres dígitos), lo condujo hasta una humilde casita de estilo antiguo. Su fachada era pintoresca, aunque dejaba ver claramente sus muchos años, el patio delantero estaba lleno de césped verde y algunos canteros con flores blancas y pequeñas. Las casas allí eran bajas y había muchísimos espacios verdes sin habitar; los lugares tan abiertos permitían que el sol, absurdamente ardiente ese día, picara en la piel con más ahínco. Lo separaba de la puerta principal un endeble enrejado de alambre que podría cruzar fácilmente, pero no le parecía adecuado, así que elevó sus manos y aplaudió para llamar a la gente de adentro. Después de todo no volaba ni una mosca, podrían escucharlo.

Después de algunos segundos la puerta se abrió y apareció una mujer bastante anciana, pero sin dudas tan fuerte como un roble que lo miró a través de sus lentes con el ceño fruncido.

-¿Quién es este jovencito?- Dijo su voz agrietada por los años.

-Buenos días, halmeoni.- Yixing le hizo una formal reverencia. -Lamento la interrupción.

Ella achicó la distancia entre ellos, avanzando varios pasos hacia el improvisado enrejado. -No eres de aquí.- Determinó.

-Hum, no, yo...

-Porque yo conozco a todos aquí, he vivido cincuenta años en este pueblo.- Asintió con presunción.

Yixing le sonrió con simpatía. -En realidad, vengo de Seúl, pero soy chino.

-Lo sabía.- Volvió a largar esta. -Tienes una carita especial. Tus ojos son diferentes.

Yixing pensó en decirle que la mayoría de los asiáticos tenían rasgos similares, pero mejor sería callarse.

-Aparte tu acento es gracioso. Pronuncias de forma rara.

Él volvió a sonreír. -Me temo que no puedo evitarlo.

-¿Halmeoni?- Una voz nueva se escuchó, la aludida giró hacia la entrada de su casa. -¿Quién es? Oh...- Yixing vio a una versión en femenino de Chanyeol acercarse con curiosidad. -¿En qué podemos ayudarte?

-Estoy buscando a Chanyeol.

La joven abrió su boca, pero no dijo nada, se miraron con su abuela un instante.

-¿Cuál es tu nombre?

-Zhang Yixing.

La otra asintió quedamente. -Creo que he oído de ti antes. Ven, pasa.- Con una sonrisa, destrabó el enrejado.