Dos horas sin clases.

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- ¡Llegamos a la segunda etapa!-anunció Eugenia volviendo a aparecer con otro block de hojas pero sin su maletín, esta vez empezando a entregar los papeles por la primera fila, la de Cliff- esto es un examen de conocimientos previos...

- ¿Y para qué sirve?-preguntó la misma chica de la otra vez. La mujer se detuvo en seco.

- Para saber en qué les mintieron sus padres, sus anteriores maestros..., su anterior gobierno-replicó rápidamente volviendo a moverse-. Véanlo como...-dijo parándose firme y mirando hacia arriba-...el último día de su ignorancia-y una sonrisa de autosatisfacción nació en su rostro. Volvió a moverse-. Al examen no se le pondrá calificación ni positiva, ni negativa, ni numérica, ni alfabética, ni nada parecido; eso no los representa. Solo contesten con todo lo que sepan sin miedo a equivocarse.

- ¿Puedo entregar en blanco?-preguntó Sebastián, un segundo después de recibir la hoja, generando risas en todo el curso...exceptuando la de Eugenia.

- ¿Te gusta dibujar?-preguntó ella, volviéndose a él.

- Si...-dijo ahogado y mirando a ambos lados-, algo.

- ...Entonces dibuja tranquilo que no hay problema-contestó la mujer volviendo a realizar su trabajo-, salvo, claro, que quieras que mandemos tu hoja a la psicóloga de la escuela en vez de a dirección. Puedes elegir-añadió volviéndose una última vez hacía él-, considérate afortunado-expresó levantando las cejas y mostrando sus dientes color marfil.

Ante la respuesta Sebastián se volvió rojo de la vergüenza, soltando un suspiro largo cuando ella volvió nuevamente al frente.

- ¿Alguna otra pregunta?-investigó inclinándose un poco hacia delante juntando las manos- ¿Nadie?-curioseó mirando a la izquierda- ¿Clifford?-preguntó un instante antes de voltearse hacia él.

- ¿Sí?-respondió confundido y asombrado.

- ¿Tienes alguna pregunta?-inquirió con las cejas un poco levantadas.

- ¿No?--digo--No. No, no. No, no tengo ni una pregunta.

Eugenia despegó los labios...pero volvió a cerrarlos y no soltó nada, no hasta que se volvió al centro del salón.

- Empiecen cuando quieran-fueron sus palabras-, pero asegúrense de terminar- y se sentó, con los labios apoyadas contras sus dedos extendidos y entrelazados.

Crónicas de una Deidad: AngustiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora