Una oleada de frío le recorrió el cuerpo, erizándole la piel.
— De entre todas las palabras tenías que elegir esas—expresó Rocio con disgusto mientras lo rodeaba y se adelantaba para luego voltearse hacia él. La cara de decisión que tenía desapareció con un suspiró—. Era una situación complicada—dijo mientras desviaba la vista al suelo y se masticaba suavemente el labio inferior—, la gente estaba como loca y todo eso—agregó mientras movía la cabeza suavemente a los lados con los ojos apretados con delicadeza —, y... no sé si hiciste algo feo—dijo volviéndolo a mirar—pero no estabas cubierto de sangre...y la única que vez que te vi fue peleando con alguien para que esa chica pudiera escapar—Edward desvió lentamente la mirada hacía la joven(Matar a alguien y no recordarlo). Ella asintió. Al volver su vista hacia al frente por algún motivo, seguramente desconfianza, la atención de Edward se centró en el otro joven. Este último miraba a la chica de pelos dorados sin parpadear. Pero al captar la atención de alguien sobre su persona decidió cambiar la cara y, tras seguir su camino, siguiéndolo también Rocio, agregó:
— Si quieres te puedo contar que pasó...
— Si—afirmó Edward rápidamente, y un segundo después, al ver la mirada gélida que le devolvió el joven, una sombra de arrepentimiento cruzó por su mente.
— Bien—manifestó elevando las cejas y echó un mirada alrededor—...metámonos ahí—dijo señalando un local con la mirada—. Esto puede llevar un rato.
Una vez adentro se acomodaron al lado de la amplia ventana frontal del lugar, con cuidado de no resbalar con la enorme cantidad de botellitas de plástico desperdigadas por el lugar. Rocio, mientras inspeccionaba el lugar en busca de algo que pudiera ser útil, se tomó la molestia de destapar uno a uno y olerlos su interior.
— ¿Qué?—dijo encogiéndose de hombros cuando ambos la miraron— son fragancias. Y ricas—y siguió aspirando los olores, disfrutando del momento.
— Bien—dijo Ciro, volteándose a Edward—tú me cuidas la espalda y yo te cuido la tuya. Ahora, no sé cómo te despertaste vos, pero yo...
Y mientras contaba la historia, los recuerdos comenzaron a aparecer...
Ni bien había terminado de ponerse de pie los incontables pares de piernas, que lo rodeaban cuando estaba en el suelo, se multiplicaron enormemente. Le esperaba un centenar de individuos: hombres y mujeres; altos y enanos; adolecentes y adultos y un puñado de viejos; blancos, negros, hasta había visto uno que tenía la piel amarilla como el de una gallina muerta y otro con piel del color de polvo blanco; y vistiendo a las figuras, ropas coloridas como la primavera junto con casi todos los tonos del gris y el azul. Una masa amorfa en resumen, gente que se movían hacia todos lados, muchas veces empujándose entre ellos con tal de alejarse de la multitud, generando así más griterío con sus voces agudas, graves, estrafalarias, enojadas y sollozantes que terminaban alterando más y más la cacofonía de la que era imposible entender nada de lo que sucedía.
Y con ninguno pudo entablar una conversación pues todos a los que se dirigía o hablaban en otro idioma o estaban tratando de hacer lo mismo con alguien. En sus repetidos y vanos intentos alcanzó a ver unas murallas muy rusticas, de madera y chapa, que cercaban lo que parecía ser una diminuta sección de un pueblo apartado. Fue recién ahí cuando reparó en usar el inglés para comunicarse, pero algo lo interrumpió.
Tienen diecisiete minutos para matarse entre sí, comiencen.
Había sido la misma voz de la habitación. No había reparado en pedir su atención con un tono de alarma, o en siquiera repetir el mensaje, solo lo dijo una vez y todos quedaron pasmados. Hasta los más lentos o los de atención más dispersa habrían de notar la naturaleza de lo dicho con solo escuchar un fragmento de eso.
Un joven atlético parado justo en frente de él fue el primer muerto, solo que no de la manera que esperaba. Lo vio estremecerse, solo eso. Se estremeció como hace alguien cuando recibe un pequeño susto...y todo su cuerpo se soltó cayendo al suelo como un ser invertebrado de cuerpo pesado como el plomo. No hubo gritos a su alrededor, y eso lo tomó por sorpresa, pero en retrospectiva ¿Por qué habría de hacerlo? Parecía simplemente desmayado, y peores cosas se habían visto en todo el mundo no hace mucho tiempo.
Segundos después cayó el siguiente, mucho más a su derecha, de una forma similar. Poco antes un gruñido profundo se había dado en aquella dirección y al girar hacia allí se lo pudo ver de rodillas con los tensos tendones marcados en el cuello y la mano huesuda retorciendo su camisa. Este cayó hacia atrás, con las piernas dobladas desviando su cuerpo hacia un lado.
Y un instante más tarde se unió una tercera, una mujer vieja que lanzó un grito desgarrador desde muy al fondo, volteando a todos en esa dirección.
Se había dicho algo durante ese lapso de tiempo, pero al no recordar las palabras decidió preguntarle a Ciro si él las había oído.
— Si, las escuché—contestó el muchacho que vigilaba el exterior celosamente— era algo complejo--creo que esa era la idea--pero resumido era...algo así como que cada uno de nosotros podía sufrir un paro cardiaco cada diez segundos y de forma aleatoria...pero era menos probable que te pasara a vos si matabas a alguien ¿Cómo se hacía eso? No lo sabía, ni me había parado a pensarlo, —hizo una pequeña pausa—,...uno muerto y tú tenías un cinco por ciento menos de probabilidades de morir—agregó como si aún le costara creerlo— ¿bastante cruel, verdad? Tan solo imagínatelo—comentó de fondo mientras Edward rememoraba lo ocurrido—...
...Cien personas....
(Mirándose entre sí, juntando valor)
....Todas completamente desarmadas....
(Corriendo a buscar algo con lo que defenderse)
...Y el reloj marcando las doce en punto cada diez segundos...
(El primer golpe seco)
...Todo a menos que lo arreglaras a puño limpio...
(Gritos en crescendo)
...Al final, solo habría cinco ganadores.
Y él había sido uno de ellos.
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¡Hola, gente! :)
Seguramente muchos pensarán:
« ¡Oye! ¡Los puntos suspensivos están mal usados! y ¿Por qué el diálogo está del otro lado? »
Esto se explicará al final del día y para entonces dirán:
« ¡Claaaaro! ¡Debería haber visto las señales! Y por los siete infiernosque yo no duraría mucho tiempo aquí de haber ignorado algo tan básico» okey, notanto, pero seguro se sorprenderán.
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Crónicas de una Deidad: Angustias
Ciencia FicciónHan pasado seis meses desde la Tragedia de Pangea y la sociedad por fin resurge triunfante(aunque tambaleante) desde sus cenizas. Los Únicos, antiguos dueños del mundo, han sido practicamente diezmados y sus antiguas riquezas hacen por fin real...