Gehena - 16 - Milla (Parte 2)

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Es rápido, pensó al ver como Ciro se adelantaba a Rocio. Llegó a la valla del corral y la saltó ayudándose con ambas manos.

Pocos instantes después el joven se puso al lado de la figura y no trató de tumbarla, ni de arrancarle la escopeta, ni de siquiera empujarla para hacerla caer, solo le hablaba con relativa calma en medio de toda la situación.

¿Estarán huyendo juntos?, pensó Edward con un calambre en el pecho, y esa pregunta trajo otra consigo: ¿Nos están abandonando? Y otra peor a ¿Están escapando de algo?

Abrió los ojos de par en par y dio un vistazo hacia la dirección contraria con el corazón a mil; en campo abierto un animal, sin importar cual fuese, los alcanzaría en instantes.

No había nada. Respiró aliviado.

En ese preciso instante, vio como Ciro agarró la tira de funda, se detuvo de pronto y forcejeo con la otra persona. Le gritaba algo mientras alternaba entre la figura y Rocio. Una patada en los testículos puso fin a la discusión y a la lucha. Rocio pasó de largo del joven con el revolver empuñado en lo alto.

Una oleada de frio le recorrió el cuerpo.

— ¡No! ¡no lo hagas!— gruñó Ciro mientras se arrastraba por el suelo con todas sus fuerzas.

Se escuchó un disparo, y al otro instante, un gruñido de dolor femenino.

Espero lo peor. Miró hacia su derecha y pudo ver como Rocio estaba de lado, contraída de dolor y con una mano sobre la frente mientras que de su otro brazo colgaba el revolver.

La otra figura se había queda estática.

— ¡Quédate quieta!—escuchó gruñir a Rocio mientras levantaba el revolver furiosa— ¡Date la vuelta!—agregó y la figura empezó a girarse lentamente hacia el lado de Edward.

— Por favor...—era una mujer de cabello rojo, corto y ondulado mientras tiraba la escopeta—...no me maten—agregó al levantar sus manos, temblorosas y sucias.

— ¡Pará! —gritó Edward y se dirigió lo más rápido posible hacia Rocio.

— ¡Trato de matarme!—respondió ella mientras empuñaba el revolver con ambas manos temblorosas.

Sus pisadas de pronto se volvieron pesadas, y su mente se nubló.

— ¡Y trató de robar la escopeta, y Ciro fue su cómplice!— dijo ella entre lágrimas mientras apuntaba hacia atrás también.

Pudo habernos seguido...ella

Edward reaccionó a tiempo para no chocarse con la mujer, deteniendo justo al lado de ella.

— ¡Eso no es...!—comenzó diciendo la otra mujer moviéndose hacia delante y Edward se giró de inmediato, en guardia.

— ¡Vos cállate!—gritó apuntándola nuevamente y agitando el cañón.

— ¡Wow, wow! ¡Para, Rocio, para un poco!—vociferó Edward dando un paso hacia atrás.

Un impresionante escalofrió le recorrió el cuerpo cuando una mano se posó sobre su hombro.

— Eso...no es cierto— dijo Ciro con una voz ahogada mientras pasaba de Edward rengueando, sin vacilar, para terminar cubriendo, con su cuerpo contraído, a la mujer de pelo rojo de la línea de fuego.

Edward lo miró atónito.

Es verdad...nos traicionó.

— ¡No le creas!—gritó Rocio de pronto— ¡Trató de matarme!

Crónicas de una Deidad: AngustiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora