Capítulo 10

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Me senté en mi cama. Mi cara seguía roja por lo que había pasado antes. Simplemente, no me lo esperaba.

De pronto sentí pasos en el pasillo, mi madre se estaba acercando. Se paró delante de la puerta y dio un par de golpes con los nudillos.

- Noelia, cariño, ¿Te pasa algo?

- No, nada mamá. – Dije un poco nerviosa. Dios... No le puedo contar esto a mi madre. Tengo confianza con ella, pero... esto es un poco extraño. Quizás cuando me aclare se lo cuento, o quizás no. No sé, tengo la cabeza hecha un lío.

- ¿Seguro? Has entrado sin decirme nada.- La voz de mi madre parecía realmente preocupada.

- Seguro. Ahora bajo a comer.

- Vale, me alegro de que no te pase nada, cariño. No tardes, que se te enfría la comida.

- Síiiii, ya voy.

Me levanté de la cama y me miré en el espejo. Mi cara ya se había estabilizado un poco, pero mis mejillas seguían ardiendo.

Por una parte, estaba emocionada. Yo sentía cosas por Pablo, y el hecho de que él me había dado un beso en la mejilla por sus propios impulsos, me hacía enamorarme más de él. Pero por otra parte... No estaba feliz. Él es mi profesor de matemáticas, es mucho más mayor que yo y quizás tenga pareja, o aún peor, que esté casado. Y yo no me quería meter en medio de ninguna relación. Simplemente era un "Amor Prohibido".

Mi cabeza seguía en una espiral de confusión. No hacía ni una semana que había llegado, y ya me estaba complicando la vida. Pero lo malo no es que me la complicase, sino que me la complicase de aquella manera. Ojalá no le hubiera dicho que sí a traerme a mi casa en coche. Ojalá no me hubiera cruzado con él aquella mañana. Ojalá no me hubiera mudado nunca.



- ¡¡Noelia!! - La voz de mi madre me alejó de aquellos pensamientos. - ¡Baja, corre! ¡MariCarmen está aquí!

- Ya voy.

Bajé las escaleras corriendo. Allí estaba mi mejor amiga, en la entrada de mi casa, con una sonrisa en la cara. La envidiaba por ser tan feliz, por no estar tan confundida.

- ¿Qué pasa? - Dijo dándome un abrazo. - ¿Cómo te fue en tu hora extra?

- Bien... Bueno...

- Anímate, ya verás cómo te adaptas enseguida.

- No estoy desanimada por eso, Carmen. - dije mirándola a los ojos. - Es que... No sé... No sé cómo explicártelo.

Mi madre escuchaba nuestra conversación desde la cocina, y entonces supongo que se dio cuenta de que sí, me pasaba algo. Algo raro.

- MariCarmen, ¿Has almorzado ya? Si no, puedes quedarte a comer si quieres.

- Em... Bueno, no he comido todavía, pero... vale.

- Llama a tu madre y dile que estás aquí, vamos, pasa.- Dijo mi madre invitándola a entrar. Carmen entró y se dirigió hacia la cocina.

Iba a ser un día muuuuuuy largo.

Amor Prohibido - Pablo AlboránDonde viven las historias. Descúbrelo ahora