Capítulo 26

90 5 3
                                    

Reconocí quién era y por impulso, agaché la cabeza y miré hacia el suelo.

- Noelia, ¿eres tú? ¡Sí, por Dios, eres tú! - vino hacia mí y me abrazó.

Era Carmen. Aquella chica que me hizo sufrir tanto en mis dos primeros meses en Málaga. Sí, era ella.

- Me alegro mucho de verte, Noe. Hace ya mucho tiempo que no nos vemos, con lo de tu madre y eso...

- Ojalá pudiera decir lo mismo.

Intentaba ser lo más fría posible. No tenía ganas de hablar, y menos con ella.

- Escucha, sé que te fallé. Confiabas en mí y yo te fallé. Lo siento.

- Carmen, tú no me fallaste. Simplemente me hundiste la vida. Parte de lo que estoy sufriendo ahora es por tu culpa, ¿vale? Y como podrás comprobar, no tengo ganas de verte. Ni siquiera sé por qué estás aquí. ¿Tan difícil era haber seguido con tu vida y dejarme en paz?

Intenté seguir mi camino, pero ella se puso justo en frente mía.

- Si ahora quieres reprocharme todo lo que hice, bien, hazlo. Sé que lo que hice no estuvo bien, y he estado los últimos meses intentando localizarte para pedirte perdón y hablar contigo. Perdí a una gran amiga, te perdí a ti. Y lo peor es que ahora es demasiado tarde.

- Sí, lo es. Y ahora, lo siento, pero me están esperando.

Continué mi camino. Ella quedó atrás, paralizada por mi tono tan serio y duro.

- ¿Podrás algún día dejar hacia un lado tu orgullo? Quizás te interesaría lo que voy a decir, porque es de tu Pablo.

Entonces me detuve y me giré. Era la gota que había colmado el vaso.

- ¿Tú sabes la que líaste? Gracias a ti por poco lo despiden a él y me expulsan a mí. En parte es gracias a ti por lo que aún no estoy viviendo allí. ¿Sabes todo el daño que me has hecho?

Ella quedó callada. Comprendí que me había pasado un poco, no debería de haber sido tan dura con ella.

- Venga, sí. Habla, que te escucho.

[...]

Al final arreglamos nuestra amistad. Ella me pidió perdón y realmente sonaba arrepentida, así que la perdoné. Pero aquella tarde Carmen me contó lo que había estado esperando después de más de un año que llevaba viviendo allí. Me dijo que Pablo había estado normal, que había podido rehacer su vida después de la tragedia, y eso me alegró.

Pero no me alegré tanto al saber que había rehecho su vida de otra manera distinta a la que yo me esperaba.

Pablo se había comprometido. Tenía novia desde hace un año, justo después de que yo cambiara de instituto, y se iban a casar la semana siguiente. Carmen dijo que él les había hablado de ella y les había visto juntos un par de veces, y que parecía muy enamorado.

Nunca me habían roto el corazón de aquella manera. Recuerdo que esa noche lloré, lloré y mucho. Él me prometió que me quería, que estaríamos juntos, que no perderíamos el contacto. Y me decepcionó.

Pero lo que más me dolía no era que él me decepcionase, sino qué él supiera que me había decepcionado. Y lo peor es que aún yo estaba enamorada.

Amor Prohibido - Pablo AlboránDonde viven las historias. Descúbrelo ahora