Amor Prohibido - Pablo Alborán

Capítulo 4

Estaba en un hermoso sueño, hasta que sentí el sonido de mi querido despertador (ironía).
Hoy era el día que nos iríamos de mi Córdoba querida y dejaría a todos mis amigos atrás.

Entré al baño para darme una ducha que me despertara un poco ya que eran las seis de la mañana.
Me envolví en una toalla y tomé la ropa que había elegido antes de ducharme.
Cuando terminé de arreglarme bajé a desayunar.

-Buenos días mamá.

-Buenos días cariño, ¿preparada para el día de hoy?

-Si mamá, o eso espero...

-Ya verás que si cariño, anda, termina de desayunar y baja tus maletas. El camión de mudanzas llegará dentro de media hora.

Terminé de desayunar e hice lo que mamá me había dicho. Bajé todas las maletas (que no eran pocas), una a una hasta la entrada de la casa, la cuál estaba llena de cajas y las maletas de mi madre.
El camión no tardó nada en llegar. Varios hombres subían todo lo que había al camión mientras yo me despedía por completo de todo esto, de la casa, de los recuerdos vividos en ella...

Durante todo el camino dormí un poco.
Cuando llegamos, mi madre me despertó, diciéndome que ya habíamos llegado, que teníamos que descargar el camión y ordenar todas las cosas dentro de la casa.
Cuando me bajé del coche me quedé mirando el vecindario, era uno muy tranquilo al parecer porque no pasaba ningún coche. También era muy bonito, todas las casas estaban pintadas en tonos claros y algunas eran un poco más grandes que las otras.
Cuando me giré a ver nuestra casa me sorprendí un poco. Era muy bonita, las paredes estaban pintadas en tonos beiges y marrones claros. Era más grande que nuestra antigua casa. También tenía dos plantas y hasta un jardín con piscina.
Cuando entre me quedé aun más sorprendida era más bonita que por fuera, todo era amplio y muy acogedor, me sentía como en casa.
Subí las escaleras y escogí mi habitación, la cual era más grande que la que tenía, con tonos rojos muy agradables, una cama matrimonial y ¡¡¡TENÍA MI PROPIO CUARTO DE BAÑO!!! No me lo podía creer, entré en el corriendo y era fantástico, tenía una bañera como para dos personas, un espejo gigantesto en toda la pared en el cual se veía todo el baño, en definitiva, ¡me encanta!
Estuve toda la tarde ordenando mi cuarto y ayudando a mi madre a ordenar la casa.
A la hora de cenar pedimos pizza porque ninguna de las dos teníamos ganas de cocinar, comimos y caí rendida a la cama.