Capítulo 23

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Me temía lo peor.

Con cuidado, empujé lentamente la puerta y entré sin hacer ruido. Las luces estaban apagadas y las persianas estaban echadas, estaba todo bastante oscuro. Al fin alcancé a dar a uno de los interruptores de luz de la sala.

Y en ese momento, lo hubiera dado todo por retroceder atrás en el tiempo, por no haber ido a aquella casa, por haber dejado las cosas como estaban.

En ese momento, la vi. A la mujer que me dio la vida.

Estaba tirada en el suelo, con la misma ropa con la que días antes había salido de Málaga, toda cubierta de sangre. A su lado, una pistola y un cojín también manchado que se usó como silenciador. Me acerqué rápidamente, con lágrimas en los ojos, para comprobar que no era lo que parecía, que aún podía seguir con vida. Pero ya estaba muy fría.

Era demasiado tarde.

Estaba muy nerviosa, no sabía qué pensar ni qué hacer. De momento, saqué el móvil, que tenía muy poca batería, y marqué el teléfono de Pablo.

- Noelia, ¿Qué es lo que ha pasado? ¿Por qué te has ido así, tan de repente?

- Ella está muerta, Pablo.

- ¿Ella, quién? ¿Te pasa algo? - Sonaba muy preocupado.

- Escucha... No hay tiempo para explicaciones... Coge el coche, ven aquí, a Córdoba... Llama a la policía, por favor. Esto no puede estar pasando... No a mí, por favor...


[...]

Esa noche no dormí bien. De hecho, se podría decir que ni siquiera dormí. A la hora y media de llamar, Pablo vino. Me sacó de allí, de ese infierno que estaba viviendo yo sola, y nos dirigimos hacia Málaga, hacia su casa. Dejamos a la policía actuar en el lugar, y Pablo me propuso vivir en su casa hasta que me recuperase.

Al día siguiente me levanté muy temprano, alrededor de las cinco de la mañana. Fui hacia la cocina, y me senté en una de las sillas que había alrededor de la mesa. Me quedé mirando fijamente a la ventana, desde donde se podía ver mi casa. Era inevitable que millones de recuerdos se me agolparan en la mente, desde que mi madre y yo habíamos empezado nuestra vida allí.

- ¿Te encuentras bien? - dijo Pablo, acercándose por detrás.

- No lo sé.

- Sé que es difícil para ti todo esto, pero ya verás como lo superarás.

- Todo esto es mi culpa - Dije entre lágrimas-. Si yo no hubiera ido, o si yo la hubiera retenido aquí, ahora ella seguiría con vida.

- No es tu culpa, Noelia, y lo sabes.

- ¿Ah no? Lo único que le dije por última vez fue una mentira, que todo estaba bien. Y no, no está bien, Pablo. Cada día todo va a peor.

- Aunque vaya a peor, sabes que me tienes aquí. - Me dio un beso en la frente. - Y pase lo que pase, me vas a tener. Así que hazme hoy un favor, y sonríe. Ponme esa sonrisa que tanto me enamora. Te quiero, ¿lo sabías?

Era inevitable empezar a sonreír después de aquello.

- Yo también te quiero.


Coco Channel- "La culpa es la compañera más dolorosa y, por desgracia, la más habitual, de la muerte."

Amor Prohibido - Pablo AlboránDonde viven las historias. Descúbrelo ahora