Capítulo 17

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Narra Pablo:

- Noelia, por favor, contesta... ¡Contesta, por favor! ¡¡Noelia, contéstame!! - Carmen estaba gritando. La chica tenía la cara roja, y estaba llorando mucho.

Me temía lo peor. Me levanté de mi silla y fui directamente al círculo de gente que se había formado alrededor de su mesa. Aparté a los chicos cómo pude y la vi allí.

Tirada en el suelo, inconsciente. Tenía la piel blanca, demasiado blanca; y los labios morados. Y todo el pelo sobre la cara... Y, como consecuencia del impacto contra el suelo, tenía una gran herida en la frente, la cual no dejaba de sangrar. Se había formado un pequeño charco de sangre a su alrededor.

- ¡¡Todo el mundo fuera de la clase, ahora mismo!! - Grité. Tenía que ayudarla, ahora, fuera como fuera. Era consciente de que si no actuaba ahora, podría morir.

- Pero Pablo...

- ¡¡He dicho que fuera!! - Todo el mundo estaba en shock, salían de la clase rápidamente. - David, ve y llama a una ambulancia, por favor, date prisa.

Todo el mundo había salido y cerré la puerta. La miré, ella yacía tendida en el suelo. Los ojos los tenía totalmente cerrados. Era como si estuviese muerta.

Pensarlo me daba escalofríos. No podía concebir la idea de que posiblemente se hubiese ido para siempre. No podía pensar un mundo sin Noelia, porque aunque la conocía desde hace poco, la quería. Y estaba seguro de ello.

Rasgué mi camisa y le coloqué la tela alrededor de su frente, para cerrar la herida. Le toqué el cuello. No tenía pulso, y su piel estaba fría, muy fría. No era un simple desmayo. La coloqué boca arriba, le tensé las vías respiratorias y le hice el masaje cardiorrespiratorio. A los cinco minutos, ella comenzó a respirar. 

Me dolía verla así. Yo sabía que lo que me había dicho ayer era totalmente mentira, pero no sabía hasta qué punto. No podía imaginarme cuál era la causa por la que le había pasado todo esto.

Ella se veía hermosa allí. Siempre se veía hermosa. En ese momento, me di cuenta de que sí, yo sentía algo por ella; y ya me daba igual la edad, la altura... Eran simples números. Así que, por impulso, le tomé la mejilla y la besé. Necesitaba a Noelia ahora mismo.




Narra Noelia:

Abrí los ojos. Estaba en una camilla, en la ambulancia. Dios... ¿Qué me ha pasado? Lo único que recordaba es que tenía examen... Nada más.

Miré hacia los lados. Me sorprendí cuando vi que justo a mi lado estaba Pablo, sentado, con las dos manos en la cabeza. Parecía que lo estaba pasando mal. Y eso me extrañaba, nunca lo había visto tan preocupado. Y menos por mí.

Me estremecí. Él lo notó y se estremeció también. Él me miró y yo lo miré también. Podía notar el reflejo de sus ojos en los míos. Pasaron unos pocos segundos de tensión.

- ¿Qué es lo que ha pasado? - Me atreví a decir.

- Estábamos haciendo el examen cuando... - Se le notaba en la voz que estaba nervioso, el tono era seco y quebrado. - Te caíste. Entraste en parada, Noelia.

Y ahí me di cuenta de que ya había tocado fondo. Miré hacia abajo, comencé a llorar.

- Lo siento. Lo siento mucho, Pablo. Perdona por haberte dado ese susto, perdona porque ahora tengas que acompañarme sin razón al hospital... Lo siento.

- Eh, eh... - se acercó a mí y me abrazó. - No pasa nada. Yo quiero que estés bien. Me importas mucho, no iba a dejarte sola.

En ese momento, él me agarró el brazo con fuerza. Me estremecí de dolor, e hice ademán de que me dolía.

Y él lo notó. Se dio cuenta de que había algo más. Se dio cuenta de que le había mentido al decirle que todo estaba bien.

Amor Prohibido - Pablo AlboránDonde viven las historias. Descúbrelo ahora