Titular

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-Y esta es nuestra historia, Emma, esperamos que hagas buen uso de ella-concluyó Gretel.

-Tranquila, lo haré- le aseguré- tengo una pregunta.

-Adelante- me animó Gretel.

-¿Por qué...- comencé.

-Porque te conocemos- dijo Haensel si dejarme acabar mi pregunta- se que te puede resultar extraño pero cuando te vi en la puerta supe que mi hermana tenía razón cuando me dijo que eras tú.

-¿Yo?- dije extrañada.

-Algún día lo entenderás Emma- me dijo Haensel- cuando llegue el momente vuelve y hablaremos ¿si?- me abrazó.

Yo estaba demasiado anonada como para hacer o decir nada.
Gretel me acompañó a la puerta y antes de darme cuenta ya estaba fuera del edificio.

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-¡¿Cómo que no les has hecho las preguntas?!- me gritó Gold.

-Ya te he contado todo lo que pasó y porque no pude preguntar nada-le repliqué molesta.

-Esta bien- se calmó y se pasó una mano por su pelo castaño por el comenzaban a aparecer unas pequeñas canas apenas visbles- tranquila, pensemos - volvió a pasarse la mano por su cabello- ya lo tengo, no te preocupes investigaré sobre ello y ya según lo que obtengamos sacamos o no primicia, ¿Te parece?.

-Esta bien - suspiré.

-Entonces, todo solucionado, bueno pues ya puedes retirarte a reescribir la historia o lo que sea que hagas - dijo visiblemente molesto.

Murmuré una despedida y me marché de alli.
Este hombre en algunas ocasiones era insoportable.

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Gold pv.

-¡Vamos! Eres los oídos y los ojos de esta ciudad, debes poder informarte- le exclamé.

-Gold, ya no estoy a en tu empresa ¿Recuerdas?.

-Lo se, lo se, pero solo esto, te pagaré bien Sydney por los viejos tiempos- le tenté.

-Rumple... eso se acabó hace mucho, pasa ya página- me contestó usando mi antiguo nombre.

-¡NO!, pasa página tú, ¿no eres capaz de olvidar lo que pasó?- me puse histerico.

-Ah ¿Quieres que olvide como te dejaste seducir por aquella fulana cuando te dije que no te fiaras de ella? ¿Cómo se llama Mina?- dijo calmado.

-Se llamaba Milah- dije entre dientes.

-¿Cómo has dicho? No te he oído.

-¡Se llamaba Milah!- le grité- y no era una fulana- dije enfadado.

-¿A no? Entonces ¿por qué se acercó a ti y luego se largó tan campante con aquel truhan y con todo tu dinero?.

Dolorosos recuerdos vinieron a mi mente, del día en que vi a Milah, mi mujer, con otro hombre, Sydney me había advertido de que ella solo buscaba mi dinero, pero no le hice caso y Milah me dejó en la ruina.

-Te acuerdas aún ¿verdad?- dijo con una media sonrisa- no me hiciste caso, y para colmo la tomaste conmigo.

Recordé nuestra pelea.

-Rumple te avisé pero no me hiciste caso- me decía Sydney.

-¡La culpa es tuya! ¡tú le mencionastes que era rico!.

-¡¿Perdona?! Me estas diciendo que yo tengo la culpa.

- ¡Si maldito impostor! Seguro que tú los presentaste incluso.

-Con que eso es lo que piensas- dijo abatido- lo dejo- tiró su placa y se marchó de allí.

-No sabía lo que hacía Sydney, lo siento - me disculpé.

-He esperado tu disculpa durante quince años Gold, ya no me sirve- se giró- hasta nunca.

-¡Espera! Si no ibas a perdonarme...¿por qué has acudido a mi llamada?.

Se giró de nuevo hacia mi.

-Por esto- y sacó de su cuello un pequeño colgante, ambos teníamos uno, complementario al otro lo teníamos desde que eramos niños - porque aún después de todo, te sigo apreciando un poco- me miró con ternura- es el ultimo trabajo que hago para ti... Rumple-se marchó.

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Arrugué el periódico que tenía entre mis manos.
La primera página tenía de titutar "¿Los Hermanos Brown Tienen Una Hermana?"
Maldito Sydney me la había jugado bien jugada, para colmo aparecía la foto de Emma en primera plana.

-Estas me las pagarás Sydney-mascullé.

Alguien tocó a la puerta.

-Adelante.

- Señor Gold- era Emma, rápidamente tire el titular que tenía entre mis manos- ¿Ha averiguado algo?- me preguntó.

-No, aún no, y ya te he dicho que me tutees Emma- intenté parecer tranquilo.

Se marchó y comencé a frotarme las manos tal y como hacía siempre que había algo que me preocupaba.
¿Cómo había podido poner a Emma tan al descubierto?.

Intenté tranquilizarme y miré una foto de mi esposa Belle y nuestra pequeña, se veía tan joven.
Suspiré cansado, yo era demasiado mayor para ella y la diferencia de edad era visiblemente notable cuando nos veían juntos por eso había decidido dejar de acompañarla siempre que iba a pasear a nuesta pequeña Emy.

I Will Never Forget You Donde viven las historias. Descúbrelo ahora