Ji Yong miraba al apuesto hombre frente a él, como si quisiese encontrar algo que le indicara que debía correr, aunque todo lo que podía apreciar era ese par de profundos ojos color ébano que le miraban impasibles.
--¿Señor Kwon?- el ronco timbre de voz logró erizar cada vello existente en el cuerpo más joven, mientras descendía su mirada hasta aquellos rosados labios en forma de corazón que se abrían levemente, tentados a decir algo más. Espabiló y regresó la mirada a ese par de ojos oscuros.
--Perdón... ¿Qué es lo que dice que necesita?
--El cambio de nombre de una propiedad. Me han dicho que debía dirigirme a este piso.
--Sí, aquí se hacen los trámites de ese tipo. Es solo que es mi jefe quien se encarga de ello, aunque he estado encargándome yo.
--¿Entonces, cree que si pueda ayudarme?- el de cabellera negra alzó una de sus gruesas y pobladas cejas, en un gesto que hizo babear a Ji Yong. Ese hombre, era tremendamente atractivo. Y letal.
--Por supuesto, claro, siempre y cuando cuente con el papeleo necesario. La persona que anteriormente fue dueña de la propiedad debe presentarse y firmar los papeles para que usted pueda notificarse como actual dueño.
--Por supuesto, de hecho está afuera.- el menor asintió- ¿Es un trámite largo?
--Como le he dicho, si cuenta con los requerimientos, no lo es.
En los próximos cuarenta minutos, Ji Yong se dedicó a ejercer su trabajo, o mejor dicho, el trabajo de su jefe. Lee Soo Hyuk era un cerdo aprovechado, claro, el hecho de que conociera a personas más arriba en el gobierno y claro está en la gerencia de la empresa en donde ambos trabajaban, le daba el derecho de abusar de él laboralmente. Él podía soportar eso, las cargas incesantes de trabajo, las horas extra no retribuidas e incluso en ocasiones el mal trato, pero lo que no estaba dispuesto a soportar eran las miradas lascivas que le dedicaba el pelinegro en ocasiones, simplemente, le daba asco.Había presenciado cómo es que su vecino trataba con cordialidad a una mujer de unos cuarenta años, que para tener dicha edad se mantenía perfectamente conservada.
Jung Su Ah poseía una delgada figura que en el momento iba entallada en un ajustado vestido de alta costura y tacones altos. Su largo cabello cobrizo caía en ondas alrededor de su rostro, el cual seguía siendo tan suave y tercio como el de una veinteañera; sus grandes ojos café claro brillaban con astucia mientras sus largas pestañas abanicaban con cada pestañeo. Labios rojos llamaban la atención, pómulos altos y nariz respingada. La mujer era la viva imagen de la sensualidad.
Era ella la antigua dueña de la casa de al lado, aquella mujer que había estado rentando la propiedad durante años. Se preguntaba, ¿Qué la había llevado a vender? Había escuchado que ella no había estado dispuesta a desprenderse de la casa, es por ello que simplemente la rentaba, y no era por tiempos demasiado prolongados.
El pelinegro se comportaba de una forma rígida, manteniendo en todo momento esa expresión estoica. Ni una sola vez, ni siquiera por accidente, mostraba un signo de felicidad, ni siquiera cuando la mujer le sonreía luego de que él mismo había dicho algo gracioso o sarcástico. El humor del pelinegro era crudo. Podía decir que no disfrutaba de la risa. Que extraño. Y espeluznante.
--Perfecto...- les sonrió Ji Yong a ambos después de verificar que todos los papeles estaban firmados- Está todo en orden.- miró a la mujer- Señora Jung, un gusto conocerle.- corrió la mirada hacia el pelinegro- Señor Choi, ha quedado todo en perfecto orden.
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THE BROKEN ANGEL
Misteri / ThrillerUno era un chico retraído e incluso un poco espeluznante, capaz de alejar a cuanta persona lo mirase a los ojos. El otro era sociable, amistoso y que poseía algo capaz de brindar una calidez que amantaba los deseos de vivir. Choi Seung Hyun era un...