CAPÍTULO 7

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Previamente

--¿Hasta dónde eres capaz de llegar?- sin poder evitarlo, lágrimas de impotencia y rabia se deslizaron por sus mejillas, consiguiendo encender aún más la furia del oficial.

--Voy a probarte que es un asesino.- rugió- Y entonces vas a venir a mí, llorando y arrodillándote. Implorándome que te perdone por haberme abofeteado con tu interés por él.

--¡Te odio! ¡Te odio, maldito bastardo!- rugió rabioso el mayor mientras se apartaba de él y miraba alarmado a aquel pelinegro, quien le dedicaba una mirada intranquila- Calma, ¿Sí? Voy a sacarte de allí. Lo prometo.


El rechazo tiende a tener ese poder. Se cometen locuras cuando se nos es negado algo, aun cuando nos pueden costar todo.

Lamiendo ansiosamente sus labios, el pelinegro miró alrededor de la habitación en la que se encontraba para luego volverse hacia aquellos ojos marrones que le escrutaban con rabia. Entrecerrando la mirada, se dedicó a observar en silencio al menor, quien yacía allí sentado, mirándole con entrecejo fruncido.

--¿Esto es alguna especie de juego de miradas?- se burló el mayor, ladeando los labios en una sonrisa altanera. Bufando toscamente, el ojeroso se removió en su asiento.

--Estoy esperando el momento en el que confieses lo que hiciste.

--¿Confesar lo que hice?- rio. Inclinándose sobre la mesa de metal, se acercó lo suficiente como para murmurar en tono bajo- No oficial, aún no me he acostado con mi precioso vecino.- sonrió lamiendo sus labios- Aún no.

--Hijo de puta...- gruñó gravemente.

Poniéndose de pie abruptamente, tomó de la camisa al mayor, estrellándolo fuertemente contra la mesa por repetidas ocasiones. El impacto consiguió que un molesto pitido atacase la audición del mayor, a la vez que sentía como si su cerebro traquetease dentro de su cráneo.

Tirando la mesa hacia un lado, el rabioso oficial lanzó un puñetazo directo al rostro del más viejo, reventándole el labio inferior gracias al rabioso impacto.

--¡Maldición, Lee!- escuchó de pronto el ojeroso que le llamaban, apenas un par de segundos antes de que unos gruesos y musculosos brazos le tomasen con fuerza desde el torso, alejándolo del maltratado hombre de piel canela, quien yacía en el piso.

--¡Suéltame!- gruñó gravemente- ¡Déjame matar al hijo de puta!

--¡Sácalo de aquí, Dong!- el rugido encolerizado por parte de una suave pero firme voz es lo único claro que el malherido pelinegro puede escuchar con claridad- ¡Alguien llame a un médico!

Los gritos coléricos resonaron a lo largo de los pasillos de la jefatura de policía mientras que el responsable de estos es arrastrado por el detective Dong y un par de oficiales de calle, siendo apenas lo suficientemente fuertes como para inmovilizarle.

Gruñendo profundamente, SeungRi se arrancar de los brazos de los oficiales frente a él, mientras camina como un animal enjaulado, mirándoles irritable. Suspirando profundamente, el moreno detective apenas indica con un movimiento de mano a los otros dos que se retiren.

--¿Seguro?- el moreno asintió.

--¿Qué te sucede?- el grave tono del moreno consiguió aumentar la irritación en el moreno, quien se escuchó bufando toscamente para luego inclinarse sobre los limpios lavamanos, mirando su relejo a través del espejo- Nunca te había visto actuar de esa forma.- sacudió la cabeza- ¡Pudiste matarlo!

--¡Eso intenté!- admitió entre dientes apretados, mirándole con ansiedad impregnada en la mirada- ¡Deseo matar al hijo de perra!- enreda sus dedos en sus mechones castaños oscuros, peinándolos hacia atrás- Voy a cobrarle todas y cada una de las vidas que ha tomado.- murmuró mirando su reflejo, ajeno a la mirada de desconcierto y con un grado de temor.

THE BROKEN ANGELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora