CAPÍTULO FINAL

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Las sombras le sofocaban y lo peor de todo es que no podía escapar de ellas. Mientras peleaba por regresar a un pasado distante en el que había podido estar en paz consigo mismo, se dio cuenta de que alguien estaba observando, y no era como si pudiese ver, sino que sentía la caricia de esa mirada sobre él.

Esforzándose, abrió los ojos en pequeñas rendijas, apenas lo suficiente como para hacerle percibir las sombras de los objetos a su alrededor, así como una brillante luz proviniendo de una habitación a su izquierda. Desorientado, ladeó la cabeza sobre la almohada, tratando de encontrar sentido a cualquier cosa a su alrededor.

Fue una sombra a pocos metros de la cama la que llamó su atención; enderezándose, quedó a mitad de la cama mientras notaba las gruesas mantas que lo habían estado cubriendo. La verdad era que no podía ver muy bien, y mientras sus ojos trataban de adaptarse, escuchó el suave sonido de algo arrastrándose por el piso.

-¿Quién eres? - apenas murmuró mientras sus manos estrujaban las mantas.

No hubo ninguna respuesta de vuelta, simplemente se trató de aquel mismo sonido de algo arrastrándose, y después sólo pudo escuchar el crujir del pomo de la puerta. Alarmado de poder quedarse sólo, casi tropezó con las mantas cuando intentó salir de la cama, y mientras observaba atentamente el sitio frente a él, pudo ver un par de zapatos y lo que parecía un bastón de madera.

-No te vayas...- imploró- ¿Me sacaste de la tina? - preguntó mientras conseguía apoyarse del borde de la cama y trataba de levantarse- ¿Quién eres? - preguntó de nuevo, luego de varios minutos de no haber recibido respuesta.

La otra persona no parecía querer hablarle, sin embargo, en verdad tampoco parecía querer marcharse, así que cuando vio que la sombra frente a él no se movía, decidió avanzar un par de pasos, viendo cómo la silueta parecía tensarse y retroceder hasta la pared.

Estaba verdaderamente confundido mientras observaba al extraño hombre frente a él. Era tan grande, y aún así parecía como si le tuviese algún tipo de miedo. Podía verlo observando cada uno de sus movimientos, y aunque llevaba ese bastón, estaba seguro de que podría ser muy ágil. Ni siquiera era capaz de ver su rostro, pero lo que sí podía distinguir era un tapabocas cubriéndole la mitad de la cara, así como largos mechones de cabello tapando el resto.

Avanzó un par de pasos más, y casi pudo ver la ansiedad carcomiendo al otro hombre, sin embargo, él tenía la intención de detenerse. Reuniendo todo el valor que podía, acortó la distancia y se quedó petrificado mientras veía un par de ojos que había creído no poder a ver otra vez.

-¿Cómo? - murmuró quedamente, sintiendo un nudo retorciéndose en su garganta- ¿Cómo es posible? - sollozó mientras alzaba una de sus manos e intentaba acariciar el rostro del hombre frente a él, sin embargo, ni siquiera pudo acercarse lo suficiente antes de sentir cómo le sostenía suavemente la mano, con la propia cubierta por un grueso guante color negro. - Por favor...-imploró, viendo directamente a esos oscuros ojos. Vio la indecisión tiñendo la mirada del hombre antes de sentir la tela de los guantes acariciando dulcemente su piel antes de que le soltase y agachara la mirada. Respirando profundamente, acercó su mano nuevamente tan solo para retirar los mechones de cabello de la cara del hombre, encontrando una notoria cicatriz corriendo desde el nacimiento del cabello hasta el lóbulo de la oreja, además de otra pequeña en la ceja izquierda- Te vi. ¿Cómo puede ser? Vi tu cuerpo, estabas tendido sobre esa plancha. Lo hice. Te vi.

-Ni siquiera debería estar aquí...- murmuró, con una voz diferente. Era una cadencia más profunda, casi vacía.

-¿Cómo? - sollozó mientras sus dedos tanteaban el contorno del rostro, devotamente- Si vivías, ¿Por qué? - sacudió la cabeza- ¡Me dejaste solo! - vio al más alto quitarse el cubrebocas, reacio.

THE BROKEN ANGELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora