Algunas personas sienten que no merecen el amor. Ellos, se alejan silenciosamente a los espacios vacíos. ¿Y por qué la gente buena sale con la equivocada? Porque aceptan el amor que creen merecer.
Había escuchado, algunos años atrás, que el verdadero cariño surgía a raíz de la constancia y la empatía. Cuando era más joven, había sido lo suficientemente ingenuo como para pensar que un buen día alguien dejaría de ver simplemente su coraza y conseguiría llegar a ese diminuto y débil ser que yacía en su interior, sin embargo, con el pasar de los años se había dado cuenta de que poco a poco toda la amabilidad en él se había estado marchitando hasta convertirse en la sombra de un pensamiento efímero.
No había podido corresponder a la ingenua declaración de Ji Yong, porque sinceramente no tenía ni la más remota idea de cómo. Palabras como amor y confianza habían desaparecido de su vocabulario hacia tanto tiempo que ya ni siquiera sabía qué significaban realmente.
Sentado sobre una silla al costado de la ventana, se permitió observar la delgada silueta del castaño sobre la cama mientras él se dedicaba simplemente a yacer allí, sin siquiera mover un músculo.
La luz que se filtraba por las cortinas le permitía observar los delineados detalles del angelical rostro; la curva del hermoso hoyuelo en la tierna mejilla, el ligero contoneo de la respingada nariz, el afilado y alto pómulo, las bien recortadas cejas color caoba y el par de exuberantes labios.
Sus pensamientos no se detenían en lo absoluto. Todo lo que en verdad quería era acudir nuevamente a la cama para forzarse a sí mismo en el chico, pero sabía que no debía. A pesar de todo lo que sentía, sabía que no era correcto tratarlo así, no cuando lo único que Ji Yong había hecho era permanecer a su lado mientras se aseguraba de complacerlo.
—Me da miedo cada vez que me miras de esa forma... —el suave murmullo consiguió que el profesor se pusiese rígido, aún sin recibir una mirada por parte del chico.
—¿Y cómo te miro?
—Como si estuviese obligándote a algo que no quieres...— murmuró mientras se giraba sobre la cama, haciendo que la sábana que lo cubría se deslizase por sus piernas desnudas, haciendo que éstas resaltaran con los breves destellos de luz nocturna— Dime una cosa, Seung Hyun...—suspiró— ¿Por qué sigues aquí?
Alzándose de la cama, anduvo completamente desnudo hasta donde se encontraba el mayor. Viéndolo vestir nada más que un par de calzoncillos que se ceñían como una segunda piel, Ji Yong no pudo evitar relamerse los labios mientras trepaba sobre el mayor, rodeándole la cadera con las piernas mientras se acomodaba en el regazo del pelinegro.
—Yo podría preguntarte exactamente lo mismo...— contraatacó el moreno.
—Cuéntame sobre ti, dame la oportunidad de saber quién eres en verdad.
—¿Para qué? — gruñó mientras sus pulgares amasaban las caderas desnudas y sus labios acudían al encuentro de la piel del estrecho hombro. Casi parecía adictivo— Mis recuerdos nunca le han servido de nada a nadie.
—Quiero saber más de ti. Nada puede ser tan malo...— murmuró, acariciando la gruesa mandíbula con su nariz.
—Era un niño cuando mi padre se fue...— murmuró entre dientes, luego de un largo tiempo. Ji Yong simplemente se recostó contra el amplio pecho, sorprendido verdaderamente por el hecho de que el mayor sí estuviese dispuesto a contarle. A lo que él respectaba, el catedrático era un verdadero enigma— Mi madre estaba deshecha, y yo lo único que podía hacer era lloriquear con desesperación entre los brazos de mi hermana. — chasqueó la lengua— Recuerdo ese día, y me siento patético. Siento que, si hubiese dicho o hecho algo, las cosas hubiesen sido distintas. —suspiró— Quizás mi vida hubiese sido diferente, incluso este momento.
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THE BROKEN ANGEL
Misteri / ThrillerUno era un chico retraído e incluso un poco espeluznante, capaz de alejar a cuanta persona lo mirase a los ojos. El otro era sociable, amistoso y que poseía algo capaz de brindar una calidez que amantaba los deseos de vivir. Choi Seung Hyun era un...