CAPÍTULO 16

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Con cada respiración sentía como si la vida estuviese escapándosele. Todo lo que podía hacer era mirar directamente al par de atormentados ojos color avellana mientras su propia inquietud le comenzaba a carcomer desde el interior. Era consciente de sus palabras, y sabía que el más joven también, a pesar de que éste pareciese haber huido a otro lugar.

En medio de un profundo suspiro, todo lo que pensó en hacer fue en sostener la pequeña mano ajena, mirando con cariño cómo ésta se amoldaba perfectamente a la suya, como si de alguna forma fuesen dos piezas de un todo.

Atrayendo la atención del joven castaño a la suya, no hizo más que sonreír compasivamente mientras se alzaba en toda su altura, llevando consigo al menor, quien parecía tan inestable que en cualquier momento podría caer. Inclinándose, recargó su frente contra la del otro mientras sus temblorosos dedos se ceñían a las pálidas mejillas y sus labios buscaban tener contacto con un trozo de la piel ajena.

—Ve a casa...— repitió en el mismo instante en que su acompañante soltaba un bajo jadeó, y sus lagrimas se desbordaban con mayor fuerza, a tal grado de parecer histérico. Ji Yong sacudió la cabeza mientras sus propios dedos se ceñían a las prendas del mayor.

—No. No voy a dejarte...

—Lo harás...— dijo con firmeza, consiguiendo que el más bajo le mirase a los ojos— ¿Y sabes por qué? — murmuró, ya con voz gangosa— Porque no dejaré que arruines tu vida.

—Seung Hyun...— sollozó.

—A comparación de mí, tienes una vida por delante. — sus dedos barrieron las saladas lágrimas— Eres importante para muchas personas, y no voy a permitir que arruines eso. — sonrió mientras una solitaria lágrima corría por su mejilla.

—No quiero dejarte...— sollozó— Esto es culpa mía, y tú no...

—Escúchame, cielo, ¿Recuerdas que te dije que me sentía culpable por no haber podido hacer nada para ayudar a mi madre y mi hermana? — sorbió la nariz— Ahora puedo hacer algo por ti...— el otro negó mientras sus lágrimas le bañaban el rostro.

—No lo hagas. — suspiró— Puedo encontrar una manera.

—Yo ya la encontré...— finalizó, antes de tomar en sus labios los del castaño. Lo besó con ahínco, tomándolo como si tratase de devorar su alma. Acarició sus labios y su lengua con urgencia y pasión mientras sus manos se deleitaban al palpar la piel desnuda del estómago bajo la prenda del menor.

Separarse fue lo más difícil que habían hecho, y aún así parecía la única forma. Mirándolo pausadamente, como si quisiese memorizar cada rasgo de Ji Yong, Seung Hyun le sonrió mientras lo instaba a abandonar el lugar, viendo la renuencia que éste tenía de obedecer.

Desesperado por conseguir su cometido, lo empujó fuera de la habitación antes de cerrarle la puerta en la cara, mientras él mismo se recargaba contra ésta y escuchaba del otro lado las suplicas del castaño. Jadeó dolorosamente mientras trababa la puerta y se giraba, aun escuchando los lamentos fuera de la habitación.

Girándose, se sintió verdaderamente pequeño mientras observaba cómo la sangre color borgoña teñía el alfombrado piso bajo el inerte cuerpo. Acercándose a paso lento, tomó la olvidaba arma y mientras se dedicaba a limpiarla con su propia camiseta, no pudo evitar llorar en silencio.

Mirando a su alrededor, se dispuso a causar más desorden, tratando que la escena fuese convincente. Se acercó al cuerpo y arrodillándose a su costado, intentó que un poco de sangre le manchara la ropa, al igual que el rostro. Finalmente, lo que hizo fue disparar una vez más en contra del hombre. No podía dejar cabos sueltos.

THE BROKEN ANGELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora