Capítulo 12- Suero e intento de violación

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–Si, desde hace un año.

–¿Y en que trabajas?

–Hago perfiles psicológicos de criminales, a veces también de famosos.

–¿Enserio?

–Sí, pagan un pastizal para saber algo que ya deberían saber.

–Vaya...

–Oye, mejor para mí.

–Verdad.

–Venga, cuenta, ¿Tú que tal en la universidad?

–Si supieras.

–Si no me lo cuentas, no lo sabré–le cuento lo mismo que le conté a Jay, cuando acabo sonrío con inocencia–. No te imaginaba así.

–Lo se...–noto mis ojos apagarse y miro al suelo, no sé por qué, pero me afecta que me lo diga él, tal vez sea porque él es quien me cuidó, el que hizo de hermano mayor, el que evitó que Marcus me convirtiera en una asesina sin escrúpulos.

–¿Qué te empujo a comportarte así?

–Quería olvidar a Jay...

–¿E intentaste olvidarlo convirtiéndote en una puta?

–Si... No hace falta que digas nada... sé que soy estúpida...

–Hey, solo querías olvidarle, pero cogiste la opción menos razonable.

–Lo se... y me arrepiento... no debí comportarme como una puta para olvidarle...

–No debiste hacerlo, pero lo hecho, hecho está.

–Si...

–¿Y dices que solo bailabas para ligar?

–... No...

–Ya me parecía, ¿Qué más hacías?

–Cosas...

–¿Qué cosas?

–Cosas... impuras.

–¿Impuras? ¿Eres monja o así?

–Me has entendido y eso es más que suficiente.

–Bueno, cuéntame que ha pasado con ese Dylan.

–Me engaño y yo le engañé a él, rompimos.

–¿Y a Jayden? ¿Le vas a engañar a él?

–Claro que no.

–Muy decidida te veo, ¿Tan enamorada estas? –asiento, algo sonrojada, él solo sonríe–¿Y él de ti? –vuelvo a asentir, segura–¿Cómo estas tan segura? ¿Fe ciega? –asiento una vez más–¿Por qué no hablas? –suspiro, no sé porque, pero vuelvo a sentirme cansada.

–Estoy cansada...

–Te dejo descansar entonces–me da un beso en la frente, haciéndome sonreír y recordar las veces que me daba las buenas noches en casa–. Adiós.

–Adiós...–cierro los ojos y oigo la puerta, justo después caigo dormida.

Me despierta el ruido de la puerta, hay un doctor, de mi edad o así, parece de estos que están en prácticas, está sorprendido de verme despierta.

–Hola.

–Hola.

–Eres la herida de bala, ¿No?

–Si.

–¿En el pecho?

–Un poco más abajo.

Al otro lado de la leyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora